Lucas Leal presenta su libro en Plaza de la Música.

Lucas Leal habla sobre su fe y su identidad, como motores de búsqueda para una Iglesia más justa e inclusiva para la comunidad LGBTIQ+ (y para todos).  

El vice director del Colegio Católico La Salle Argüello y doctor en Estudios Sociales de América Latina Lucas Leal, presentó una segunda edición de trescientas copias de su libro “Creyentes y Diverses”. Esta es una compilación de diez testimonios de personas queer que, ante todo pronóstico, mantienen y practican su fe en la religión católica.  Además, el libro cuenta con parte de su tesis de doctorado, donde expone las transformaciones que se le exigen a la iglesia para incluir a las diversidades sexuales en el culto.  

En entrevista con El Aspirante, Leal explicó cómo comenzó la recolección de más de veinte relatos a lo largo del interior del país sobre disidencias que viven su sexualidad y género de forma plena, aún manteniendo la fe en dios. A partir del año 2020, el autor retomó su tesis de posgrado como pregunta abierta para tratar el binomio fe-sexualidad, también inspirado por proyectos de este estilo que se estaban produciendo en Francia y Chile. 

Es así como empezó a contactarse con cristianes LGBTIQ+ y a preguntar si se animaban a redactar y compartir sus historias. Fue a partir del boca a boca y de su contacto con nuevos espacios cristianos autogestionados como SIQUEM, El Centurión y la Pastoral de la diversidad que comenzó a convocar postulantes desde el interior del país. “Me interesó ese recorte, personas que se quedan resistiendo desde adentro, que encuentran o se hacen un espacio en una comunidad cristiana”, explica Leal. 

Aunque muchos rechazaron la propuesta o no quisieron ser nombrados en el proyecto, la recolección de historias llevó dos años de trabajo de curaduría, relectura, edición y devolución de los relatos a sus escritores para poder aplicar cambios mínimos de narración o para proteger la identidad de los escritores.

Es así como Creyentes y Diverses se publicó por primera vez en abril de este año a través de la Editorial Del Cerro, con un total de doscientas copias que se agotaron en un par de meses. El pasado septiembre, realizó la presentación de la segunda edición de trescientas copias en “220 Cultura Contemporánea”.

En la versión final del libro, Leal contó a este medio acerca de una “deuda” (simbólica) que quedó pendiente después de ambas ediciones: tres relatos más de chicas trans desde la Pastoral de Guadalupe de Mendoza. Un espacio del arzobispado que acompaña a mujeres en situación de calle, incluyendo a mujeres trans.

Leal se contactó con la pastoral mendocina interesado por su trabajo con la comunidad. Allí había conocido a Lorena Ariatna Gampietri, una de las narradoras que sí pudo incluir en el libro. El autor expresó: “Las chicas tenían dificultades para escribir sus relatos, incluso propuse hacer una entrevista virtual pero también había imposibilidades de conexión, no tenían buenos dispositivos y algunas no sabían como usarlos”.

Leal considera que esto es un indicio sobre la dificultad de clase, posibilidades y oportunidades a las que se enfrenta la comunidad LGBTIQ+ en todo el país, especialmente la vulnerabilidad de la población trans. 

La presentación de la segunda edición de Creyentes y Diverses tuvo lugar el 4 de septiembre. Foto: Ornela Cutri.

¿Cuál fue el motor de búsqueda y producción de Creyentes y Diverses?

– Me parece importante escribir estas historias, nuestras historias. Cuando hablo de construir nuevos relatos, nuevos sentidos, no es sólo desde lo oral o desde la práctica, sino también desde el discurso escrito. Que empiecen a circular otros escritos sobre esto, que tengamos acceso a otra mirada porque sino el otro relato escrito termina imponiéndose. Que haya la posibilidad de que este libro lo puedas elegir para que te inspire, te sensibilice o te mueva a compartirlo es porque está escrito, sino no estaría materializado. 

Creo que tenemos que volver al recurso más básico: la sensibilidad. Hay que recuperar historias que conmuevan, que toquen fibras profundas. No es la imagen de dios solamente, sino una imagen de dios que permea en nuestras subjetividades, en cómo vivimos, reconstruimos y resignificamos nuestra fe. El objetivo es ese, que sensibilice y que por lo menos la gente pueda re preguntar algunas cosas, quienes estamos en el tema y quienes no. 

En entrevistas te referís a la iglesia como un lugar que te abrazó y fue tu hogar ¿Qué rol tuvo esta en la motivación y producción del libro?

– En esta clave de nuevos relatos, compartir historias de orgullo es también poder decir “Soy esto, feliz y pleno”, es poder mostrar que uno puede romper con el otro relato. Pero no lo hice solo, yo pude estudiar y tener un título universitario gracias a la iglesia y no sé si podría haberlo tenido hace veinte años en Tucumán. Creo que mi realidad hubiera sido distinta si me quedaba. Fue la iglesia la que me dio la posibilidad de construir otros mundos. Así aprendí a leer cómo los contextos definen y orientan, de ahí la iniciativa de recopilar textos de todas partes del país. 

Creo que ese es mi sentido de trascendencia con este proyecto, compartir estas historias. Si yo tengo una posición de privilegio, si tengo lugares donde hablar y donde escribir, ¿por qué no lo voy a hacer? 

Pero la fe no puede ser un privilegio. Para muchas personas, sus creencias son un sentido vital que, aunque no quisieran renunciar a él, se les fue arrebatado por la hostilidad y la violencia de algunas comunidades. Yo no quiero darle esta parte de mí [la fe] a esos discursos de odio que circulan ahora en las iglesias, quiero tejer redes dentro de la institución con quienes quieren hacerlo conmigo, porque la iglesia no es homogénea. 

A veces me preguntan, “¿por qué te quedas en un lugar que te violentó y te excluyó tanto, directa o indirectamente?” Pero para mí hay un sentido de trascendencia importante en la fe como sentido vital y existencial al que no quiero renunciar. Son los valores de vida que hacen mi identidad y lo que quiero ser.  No quiero renunciar a la fe y no lo voy a hacer. Punto.   

Hay una mirada de rechazo desde las instituciones eclesiásticas a involucrar la política dentro de las conversaciones religiosas ¿Cómo entran en juego para vos la fe, la militancia y la política en este sentido?

-Por un tiempo fui muy católico para los militantes y muy activista para los católicos. Para mí no se pueden disociar, tienen todo que ver. Para mí son una sola cosa, yo entendí siempre a la espiritualidad como una forma de comprometerme con el cambio social. El reino de dios es reconocer que hay hermanos y hermanas, partiendo desde una igual dignidad o conocimiento de horizontalidad entre nosotros. Es tejer redes, mirar al otro con compasión, construir con él. 

Desde chico, la parroquia en la que me crié se caracterizaba por hacer mucho trabajo social. Entonces, para mí, no se puede desvincular la fe con el compromiso social, sino ¿para qué va a ser?  

Hay toda una lectura teológica que estudié y aprendí de adolescente en los grupos juveniles sobre el compromiso de Jesús por el amor compasivo a otras personas y por transformar sus realidades. Ese es mi eje, no hay espiritualidad si no es transformadora y mejoradora de la vida de las personas. La tierra prometida es una utopía y eso es político, la búsqueda de un mundo más justo es un llamado terrenal y trascendental a actuar a través de dios.  

Gracias al impacto de Creyentes y Diverses en familias y comunidades cristianas, Leal cuenta sobre los mensajes de padres agradecidos por tener material de nuevas formas de acompañar en la crianza. Además, a la respuesta de la publicación se suma el apoyo de personas que se sintieron identificadas por los relatos y que compartieron sus propias experiencias al autor. Él les responde: “¿Te animás a escribirlo?”. Así es como adelantó una segunda parte.

El libro ya cuenta con una segunda edición. Foto: 220 Cultura Contemporánea.