En el universo sonoro de Laureano Cantarutti, la chatarra y los juguetes olvidados encuentran una voz propia. Este artista cordobés no solo hace música; construye emociones a partir de lo que otros desechan. Teje un puente único entre la calma interior y la fascinación por el sonido.
Desde su taller en el garage de su casa en Córdoba, Laureano, conocido en el ámbito musical como Laucant, redefine lo que significa ser compositor y multiinstrumentista. Su mundo sonoro se construye con una paleta poco convencional: juguetes intervenidos, electrónica obsoleta y descartes cotidianos que, bajo sus manos, se transforman en instrumentos de emociones profundas.
El despertar de una vocación en los circuitos
La curiosidad fue su primer maestro. De niño, desarmaba radios para descubrir las “miniciudades” de componentes en su interior, un acto que, si bien no era del agrado de sus padres, sembró la semilla de su futuro. Años más tarde, ya como músico formado, sintió que los instrumentos tradicionales tenían un límite. “Los instrumentos tradicionales no me permitían comunicar ciertas emociones que tampoco sabía cuáles eran”, confiesa Laureano. “Pero estaba ahí como, che, me falta algo”.
“Y un día navegando en YouTube, hace ya más de 10 años, encontré un video, de una persona que había desarmado una muñeca y estaban todas las tripas afuera y conectados componentes diferentes. Hacía unos sonidos rarísimos. Y dije, guau, eso es lo que quiero hacer. Ahí empecé a investigar y descubrí que se llamaba Circuit Bending, que es como estrujar un circuito para sacarle las mayores funcionalidades posibles, en este caso, de manera sonora.
Esto lo empezó a hacer un norteamericano llamado Reed Ghazala a finales del 60. Él también descubrió como una radio desarmada, la estaba tratando de arreglar, la dejó en su cajón de su escritorio y empezó a hacer unos sonidos muy raros. Y cuando él se va de la pieza, empieza a hacer sonidos. Cuando vuelve, dice, che, ¿pero dónde vienen estos sonidos? Y empieza a buscar, a buscar, a buscar. Abre el cajón y era un mini amplificador que se habían mezclado unas chapitas y estaban interconectando unos puntos de soldadura de la placa y estaban generando esos sonidos. Entonces, dijo, si esto pasó por accidente, ¿Qué puede pasar a propósito si uno lo interviene? Y ahí empezó a configurar esto que es una técnica, pero también una filosofía. Y de ahí, yo lo empecé a adoptar e investigar cómo poder lograr esos sonidos, cómo intervenir juguetes, la electrónica en desuso, usar descartes cotidianos, amplificarlos.”

Una música que nace de la calma y la curiosidad
Al preguntarle qué busca transmitir con su música, la respuesta es clara y reveladora: su mundo interior. “Transmito lo que es mi interior, que hay mucha calma, pero también hay mucha curiosidad”, explica. “Busco plasmar eso en los sonidos”.
Esta búsqueda da como resultado una propuesta sonora única, donde lo acústico y lo intervenido dialogan en armonía. “De repente en mi disco solista tengo algunos temas con guitarra, con técnica extendida y armónicos, pero a su vez están sonando todos los aparatos o el sonido ambiente”, describe. Y añade: “Después está como el machaque puro de los instrumentos electrónicos. Esto de esa curiosidad y esa fascinación que tengo por los sonidos, eso es lo que busco transmitir en la música”.
De Córdoba al mundo: un paraíso de juguetes mutantes
Su talento y enfoque único traspasaron fronteras. En 2021, fue convocado por la prestigiosa NAMM Foundation y el Maker Music Festival para coordinar el “Mutant Toy Paradise” en varias ciudades de Estados Unidos. Para Laureano, fue “como que te llamen de Disney para producir tus dibujos animados. Es una locura”.

El proyecto consistió en un desfile donde la gente intervenía sus juguetes siguiendo sus tutoriales y luego salía a hacer música con ellos a la calle. Lo que más valoraron los organizadores fue su enfoque: “No es solo intervenir y hacer ruido. Es intervenir, generar melodías, armonías, ritmos”, destaca. “De repente, eso que parece chillón, tocado de una forma, puede ser una base rítmica. Encima de eso podés tocar otra cosa”.

El taller del alquimista sonoro
¿De dónde surgen estos instrumentos? Su proceso de recolección es un arte en sí mismo. “Voy caminando, pero voy atento a ver si encuentro algo que me llame la atención”, comenta. Desde Walkmans rescatados de una casa electrónica que cerraba, hasta donaciones de amigos o hallazgos en la calle, todo es potencialmente musical. “A veces, muy rara vez, pero a veces compro”, admite. “Voy a una casa de antigüedad y veo una muñeca o algo que hace sonido. Y digo, che, a ver, esto me gusta. Y bueno, me la juego”.

Mirando al futuro: la curiosidad como motor
Para Laureano, el futuro es una extensión natural de su presente. “Por ahora sigue siendo la misma meta: seguir desarrollándolo. Porque esto no para nunca”, asegura. “Me veo de acá a 10 años siguiendo en este mismo camino, ya con otra búsqueda tal vez, con otro desarrollo técnico, pero siguiendo lo mismo. Porque es la curiosidad lo que me mueve”.
Con proyectos en marcha como su instalación “Picnic Sonoro” en Villa del Rosario y presentaciones en festivales como Festival Tormenta”en Tucumán que finalizan el 31 de octubre, del corriente año.