La demanda por asistencia doméstica en el alumbramiento ha crecido en los últimos años, así como la preocupación por parte de la medicina tradicional ante estas prácticas.
La promulgación de la Ley de Parto Humanizado (25.929) en 2004 puso énfasis en el respeto y el cuidado de las decisiones de la madre y su familia al momento de dar a luz.
En la actualidad, su transgresión es considerada como violencia obstétrica y, específicamente, de género, ejercida por el personal de salud. Algunas de las agresiones más comunes al hablar de violencia obstétrica son intervenciones innecesarias o sin previa información, coacción y presión, el abuso verbal o el maltrato físico y la negligencia. Ante el estigma con las instituciones y la búsqueda de procedimientos más íntimos, cada vez más familias recurren a acompañamientos de parteras para llevar a cabo partos domiciliarios.
Mariana, quien pidió reserva de su apellido, es una partera de Sierras Chicas con más de 35 años de experiencia en partos domésticos. Su carrera comenzó en la asistencia psicológica en áreas de maternidad por medio de prácticas universitarias. Es allí donde aprendió “lo mejor de la conexión interna de la mujer en su parto”.
Semanalmente su trabajo comienza en un espacio compartido con otras comadres y familias consultantes. Allí, se crea un ambiente donde compartir y comprender la experiencia subjetiva de las madres, además de acompañarlas en su embarazo a través de ejercicios físicos y emocionales. “Nos vamos nutriendo e integrando con muchos marcos para el acompañamiento de una situación así, a través de lo empírico, lo ancestral y los estudios obstétricos nuevos”, explica Mariana. Su objetivo es “recibir un bebé amorosamente y que se conquisten derechos para las madres”.
La partera compartió que, según su experiencia en los últimos años, ha habido un cambio desde la pandemia en la concepción de la salud. “Hay un sentimiento de que se robó la autonomía en la percepción del cuidado de la salud”, expresó Mariana. Una tendencia a concebir a la salud en las propias manos de las personas.
En relación con su trabajo como partera de hogar, explicó que los padres que deciden contratar sus servicios tienen la soberanía de decidir sobre las distintas etapas de gestación, parto y posparto.
Principalmente, las opciones que se ofrecen son el acompañamiento completo durante el proceso de parto (momento de dilatación y preparación) y posparto en casa (puede incluir tratamientos como baños de inmersión); además, de una segunda opción de trabajo de parto en el hogar y alumbramiento en la clínica. Y una tercera opción, más libre, más fluida, que se resume en una frase: “Si la madre se siente cómoda y se anima, el parto termina en su casa”, detalla.
Ahora bien, ¿se prevén urgencias? Al respecto, Mariana comenta que siempre tienen “un plan B para atender a las dificultades”.
En caso de complicaciones se busca a la tecnología obstétrica moderna institucional. Es que, tal y como explica Mariana: “El parto respetado es una opción para madres sanas y bebés sanos”.
Y la obstetricia tradicional…
Desde la experiencia médica tradicional, una docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y médica en maternidad, manifestó que, sí, existen puntos de encuentro entre el parto domiciliario y el tradicional institucionalizado pero que, aún así: “Hay no negociables”. Uno de ellos es el derecho de las madres a llevar a cabo todos los estudios prenatales necesarios.
“Para que los partos domiciliarios sean exitosos, no se debería desterrar el derecho al control prenatal. Mucha complicaciones se podrían prevenir” -opinó la doctora cuyo nombre también pidió a El Aspirante, que fuera mantenido en reserva-“ya que la naturaleza nos juega malas pasadas a todos y eso puede afectar la labor tanto de médicos como de parteras”.
La docente de la UNC expresó que se pueden encontrar instancias de diálogos entre ambas perspectivas y trabajando en conjunto, habiendo respeto entre profesionales. Lo considera un problema que no es atravesado por la ciencia misma, sino por la discusión humana.
La doctora considera que se deben reconocer los límites impuestos por la naturaleza, desde los profesionales hasta los pacientes, además de una mayor comunicación de estos límites.
“Cada organismo reacciona como puede y no lo vamos a poder manejar nunca”, expresa la especialista refiriéndose a la necesidad de búsqueda de la contención institucional. Además, expresó la necesidad de intervención de los cuidados post parto, como la inyección de vitamina K o la vacuna contra la Hepatitis B.
La tendencia de madres y personas gestantes a buscar un parto domiciliario es un indicador de la búsqueda por reafirmar la autonomía y el respeto hacia sus cuerpos. Sin embargo, el diálogo y la colaboración entre parteras y profesionales médicos son esenciales para garantizar la seguridad y el bienestar tanto de la madre como del bebé. Así, se busca equilibrar la tradición con la modernidad para ofrecer un parto respetado y seguro.