El paso a la vejez es un proceso tanto social como personal cargado de dificultades y esperanzas. Laila Abulafia es gerontóloga comunitaria y acompañante terapéutica. . A partir de su trabajo en estos espacios, observa muy de cerca las vidas y experiencias de las vejeces
Dificultades y desafíos de una nueva etapa
La gerontóloga identifica varias dificultades a las que se enfrentan quienes ya son adultos mayores. Una de ellas es la soledad. Afirma que hoy muchos mayores están “muy solos en sus casas sin hablar con nadie”. Alerta que, si bien en el mundo hay muchas tecnologías de acompañamiento, actualmente en Argentina no están disponibles para todos.
Por otro lado, señala que las vejeces no se sienten contenidas por la sociedad. Afirma que sienten que nadie “les da bolilla” y que no son escuchados. Sumado a esto, apunta que les cuesta aceptar que ya no son activos en la sociedad.
Pero la profesional deja ver que los obstáculos no son sólo emocionales. Otra dificultad que identifica es la falta de autonomía. Explica que, a medida que van perdiendo su capacidad física, van perdiendo la independencia de sus decisiones. “Muchos pelean contra esto”, afirma.
Adicionalmente, señala que los prejuicios también pueden llegar a limitar a los mayores. Ideas como que ya no pueden, que no entienden porque están viejos, afectan profundamente a estas personas. “Hay prejuicios en la sociedad, pero nada que no te enfrente al viejo que llevas dentro”, afirma esperanzadora.
Asimismo, abarca y destaca el error al utilizar términos como abuelo o jubilado, ya que son generalizaciones y etiquetas que en realidad no todos tienen. “Son adultos mayores”, afirma
Laila agrega que estos adultos mayores forman parte de una generación que antes no había existido. “Están en una etapa a la que nadie antes había llegado porque se morían antes”, afirma. También resalta que la mayoría están atravesados por historias duras, que tienen experiencias que “uno no puede dimensionar”
La comunidad: una reeducación posible
Abulafia destaca la importancia y urgencia de trabajar en el autoestima de los adultos mayores y la necesidad de educar a la sociedad. “Un viejo va a una consulta médica con el hijo y el médico le habla al hijo”, menciona a modo de ejemplo. Por esto, afirma que: “Hay que ocuparse de generar algo nuevo para esta gente nueva que antes no había existido”. Para esto, considera fundamental la cooperación de la comunidad. La gerontóloga recomienda que todas estas cuestiones deben ser trabajadas tanto durante la vejez como en la etapa anterior, idealmente desde los cuarenta años.
Aparte, acentúa la importancia de poner en valor lo que los adultos mayores hacen. “Un adulto mayor psicólogo, que es parte del programa, cuando llegó me tuvo 45 minutos hablando porque no encontraba otro espacio. Ahora es mi mejor asesor”, relata
Los espacios de contención

Laila, le da gran importancia a la existencia de espacios de encuentro, como talleres y cursos. Considera que son lugares de aprendizaje y socialización, lugares que se vuelven propios a la vez que son de encuentro. Sin embargo, considera que aún no hay suficientes espacios de este tipo
Laila resalta que estos espacios son muy bien recibidos por las personas mayores. Incluso, señala que cuando se suman a estos espacios es muy difícil que los abandonen. En su experiencia como tallerista, identificó un patrón recurrente entre quienes llegan. Observa que la persona tiende a desahogarse de golpe por temor a no volver a tener este espacio de escucha. Pero en los siguientes encuentros ,se muestran más relajados al descubrir que las puertas están abiertas constantemente para contenerlos. Menciona el caso de una mujer que llegó a uno de los talleres que brinda sin poder caminar bien y que actualmente es la más activa y quien más baila.
Para la gerontóloga, pensar en la vejez no es hablar de un futuro lejano, sino de un presente que nos involucra a todos. Está convencida de que cada espacio de acompañamiento construye dignidad y comunidad.
