El 27 de septiembre a las 20 en el salón de actos Francisco Delich del Pabellón Argentina se estrenó el documental Tras un manto de neblinas. Un proyecto realizado por la Unidad Central de Comunicación Institucional (UCCI) de la Universidad Nacional de Córdoba, cuya producción estuvo a cargo de Diego Ludueña y Glenda Mackinson. La música original estuvo a cargo de Alan Mackinson. Un capítulo doloroso en nuestra historia relatado en primera persona por siete excombatientes: Rubén Beranek, Eduardo Dalmasso, Jorge González, Ramón Leguizamón, Osvaldo Pecchio, Oscar Schmidt y Hugo Zalazar. Narran sus vidas, desde la infancia en un pueblo de Córdoba hasta los años de juventud marcados por la guerra, y comparten cómo enfrentaron los desafíos significativos en la etapa que siguió a ese período. 

Ante un auditorio repleto de espectadores, con los protagonistas en la primera fila, el documental fue presentado por Ludueña, quien destacó la importancia de las Islas Malvinas. “Las Malvinas no son un pedazo de tierra que está ahí en el sur Atlántico, son un paso interoceánico, son la diversidad de los mares, es la energía, es el mineral, es un lugar geoestratégico de importancia mundial…”, expresó. Continuó explicando que el objetivo de este documental fue darle voz a los excombatientes que fueron parte de la gesta y la lucha por ese territorio nacional.

El documental abre con una reflexión profunda sobre la tierra como un símbolo de identidad, la tierra como territorio que encarna la esencia misma de la nación. Es un recordatorio de que cuando esta tierra es amenazada, cuando es arrebatada o usurpada, surge una lucha incansable y valiente. Es desde esta premisa que se despliega el cautivante relato que une las particulares historias. Una particular historia de un soldado argentino que estando prisioneros de los ingleses, llenó uno de sus borceguíes con tierra de las islas y fingió una herida en un pie para que no le descubrieran su tesoro, y así poder llevarlo al continente. “Conservar este tesoro era una forma de quedarse en las islas y desde allí resistir hasta la recuperación definitiva de las islas Malvinas”, se escucha en la introducción del documental. 

Los relatos de los excombatientes se alternaban con los de algunos de sus familiares, como hilos entrelazados en un tejido de recuerdos. Las imágenes en fotos y videos antiguos servían como ventana al pasado, desvelando momentos compartidos, gestos de amor y apoyo en medio de la adversidad. Este recorrido por momentos emotivo, se pintaba de una profunda tristeza con los crudos videos de la guerra. La expresión de dolor y miedo de los heridos y los cuerpos de quienes perdieron la vida, combinado material audiovisual con el ruido de las explosiones, de los disparos, de los aviones. Una combinación de ruidos que aturdía dentro de esa sala, el espectador en el intento imaginar haber presenciado en vivo el terror de esos ruidos ensordecedores. 

Todo comenzó con el sorteo de los números que designaban a aquellos que participaron en la guerra, un sombrío presagio de lo que vendría. La preocupación inicial se acrecentaba gradualmente. El relato continuaba con el viaje en avión sin asientos, en el que se enteraron a dónde iban, esto agudizó la sensación de inminente pesar. A medida que avanzaba la historia, la situación empeoraba, la desolación y desesperanza crecían al igual que el miedo. La percepción de la realidad era cada vez mayor y la conciencia de lo que estaba por venir se afianzaba con cada palabra y movimiento.

Lo que resultaba emotivo eran los pequeños destellos de felicidad en medio de la guerra, como cuando recibían encomiendas cargadas de cariño y esperanza. Estos paquetes incluían alimentos que compartían entre ellos, cartas que les recordaban a sus seres queridos y, en un recuerdo particular, la posibilidad de escuchar un cassette. Sin embargo, estos momentos de alegría se volvían cada vez más fugaces a medida que la narración avanzaba. La sombra de la tragedia los iba oscurenciendo, con el estruendo de los bombardeos resonando, el frío implacable, la oscuridad, el hambre constante, la profunda soledad, y la dolorosa experiencia de presenciar y asistir a  los compañeros caídos en combate. La falta de conocimiento y experiencia, propios de su juventud, agravados por la inferioridad de su equipo en comparación con el inglés.

Un relato muy particular fue el de Oscar Schmidt, quien sirvió como soldado del ejército en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), siendo destinado a Comodoro Rivadavia. Formó parte de una operación especial con efectos especiales diseñada para simular la guerra. Esta representación ficticia, que incluyó la presencia de camarógrafos y fotógrafos, lo llevó a convertirse en la portada de la revista Gente con el famoso título ‘Estamos ganando’. Schmidt compartió sus sentimientos al respecto en cuanto se enteró del propósito de esa producción: “Sentí que soy parte de una mentira… sentí el dolor profundo de decir, estos tipos nos están usando”.

El documental culminó con una emotiva declaración por parte de uno de los excombatientes: “No es lo mismo defender el canal de Beagle contra Chile…que con una potencia como los ingleses, por eso uno lo quiere tanto a Maradona”. Tras estas palabras, al final del documental los excombatientes respondieron si volverían a Malvinas y si  es que ya volvieron, cómo fue esa experiencia. Posteriormente, todos los presentes se pusieron de pie y aplaudieron en un emocionante reconocimiento a su valentía y sacrificio. El aplauso se extendió en el tiempo, un aplauso prolongado que resonó en todo el salón. Algunos no pudieron contener las lágrimas, conmovidos por las experiencias compartidas y la fortaleza de aquellos que enfrentaron la adversidad en la guerra y en la vida después de ello.