En un contexto económico cada vez más hostil para la comunidad travesti trans, hace tres meses abrió sus puertas Cucinattta, el primer restobar LGBTIQ+, en la sede cordobesa de ATTTA. La iniciativa garantiza trabajo para las adultas mayores de la organización, como una respuesta ante la desidia estatal.

Cerca de la esquina de Igualdad y Rivera Indarte, destacan entre lo asfáltico los colores rosa y celeste de la bandera travesti trans, indicador de la presencia del Centro de Contención Trans de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA Córdoba).
Entran y salen personas con su pedido listo, mientras algunos esperan dentro de las mesas del comedor a que su almuerzo sea servido. Pía Ávila, referente de la organización, toma los pedidos, responde mensajes, atiende al público, y va y viene de la cocina entre papas y milanesas friéndose. La acompañan en la cocina dos adultas mayores trans, que todos los días de la semana, a partir de las 12 h, son las encargadas de preparar cada plato.
El emprendimiento surge como respuesta ante la dificultad que caracteriza —y caracterizó históricamente— a la comunidad travesti trans de conseguir trabajo en condiciones óptimas, sobre todo, si se cruza con la variante de edad, y como en este caso, se trata de personas trans adultas mayores.
Las cifras se han repetido hasta el cansancio y aún así no pareciera haber respuesta: la expectativa de vida para las personas travestis y trans en Argentina es de entre 35 y 40 años. Números por demás preocupantes que encuentran su explicación en la dificultad de acceso a condiciones laborales óptimas, a la salud integral, a la vivienda y a la educación, por mencionar algunos derechos humanos básicos, como consecuencia de la segregación y discriminación social que se ha ejercido sistemática e históricamente sobre la comunidad.
Tras el impulso político y social que signó a la sociedad argentina a partir de un nuevo auge del feminismo con la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito, se introdujeron en la agenda política acciones concretas dirigidas a la comunidad que parecían garantizar esos accesos. Tales como la Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Trangénero Diana Sacayán – Lohana Berkins, sancionada en 2021. Si bien nunca fueron cumplidos en su totalidad, tras el ascenso de Javier Milei a la presidencia y sus políticas de recorte de los gastos del Estado, la situación se vio aún más recrudecida.
Ante este contexto, Pía resalta: “Transmitimos un mensaje de autogestión, de que podemos bancarnos solas sin que esté el Estado. Reclamamos que estamos desamparadas. No puede ser que nosotras mismas estemos dando las herramientas a las adultas mayores”.
La cocina del restobar no sólo aporta económicamente a la organización, sino que le garantiza un ingreso de dinero a las dos adultas mayores trans que trabajan en la cocina; ya que todavía a la espera de ingresar en un programa de Servidores Urbanos que les daría cierta tranquilidad económica. Hasta que eso ocurra y se ponga en marcha esta posibilidad, esta iniciativa les garantiza ganar “una monedita extra”, como dice Pía. En referencia a esta posibilidad, Lorena, de 65 años, remarca: “No es mucho, pero saca de apuro. Ayuda a la cabeza, a la salud mental de una”.
La lucha por los derechos de la comunidad travesti trans, que parecía encabezar las listas de las demandas políticas en momentos de fervor feminista, hoy vuelve a vivir el riesgo de la pérdida, de la segregación, de la exclusión estructural. Y, como siempre, vuelve a estar librado a la supervivencia entre pares. “Es un mensaje a toda la comunidad, se tiene que sentir orgullosa de lo que hemos logrado”, concluye Pía.
Desde la “Súper trans” hasta la “Milanga trava napolitana”, la propuesta gastronómica hecha por manos travestis espera a toda persona que quiera disfrutar un menú económico, riquísimo, y sobre todo, que aporta al bolsillo de quienes integran la organización.
