La cultura ballroom es un movimiento artístico, social y político nacido en la comunidad afroamericana y latina LGBTQ+ y que combina competencias de danza, moda y performance. Estas competencias no surgen entre equipos formados azarosamente sino mediante una suerte de casas conformadas por una familia elegida.
Hasta antes de la pandemia, si una persona de la comunidad LGBTIQ+ era expulsada de su casa, no tenía adónde ir. Desde entonces, en Córdoba, identidades trans, queer, gays, lesbianas, bisexuales y más, cuentan con un sistema de houses que las acompaña y acoge. En diálogo con uno de los fundadores de House of Mirror, casa pionera de la comunidad cordobesa, El Aspirante indagó sobre el rol y el significado de las casas que integran este sistema.
El sistema de houses nació en el año 1972 en la ciudad de Nueva York, cuando Crystal Labeija, pionera y referente de la cultura ballroom, creó la House of Labeija para dar alojo y apañe a las personas negras trans y migrantes de la Gran Manzana. A partir de allí, esta forma de vida se expandió mundialmente. Actualmente en Latinoamérica, las casas no solamente funcionan como espacio de impulso y creación colectiva, sino que también son lugar de resistencia y apañe a necesidades básicas como la alimentación y la vivienda.
Si bien la escena ballroom cordobesa comenzó a gestionarse en el año 2019, es recién en el año 2021 con la llegada de Biru Kenwa a la ciudad, actual referente de la escena, que se lograron armar eventos con el formato real de una ball: un encuentro donde les hijes de cada casa compiten en una amplia variedad de categorías en el formato de un desfile en pasarela. Estas van desde el baile voguing -un estilo inspirado en poses de revistas de moda- hasta realness, donde se premia la capacidad de encarnar diferentes identidades sociales. Además, las balls cuentan con la presencia de juradxs, DJ, chanter y MC (Maestro de Ceremonias). Estos espacios reunieron a la gente que necesitaba de la cultura: personas trans, travestis, no binaries y racializadas principalmente.
En diálogo con Leo Fernández Olmos, se buscó conocer un poco más sobre el significado y el rol que cumplen las casas dentro de la realidad social y cultural que representa el ballroom y su Movimiento Kiki en la ciudad de Córdoba Capital. Siendo padre fundador de la House of Mirror junto con Luca Mirror y Theo Luxure, Leo tuvo como objetivo crear un “refugio creativo y vincular”, donde entran en juego muchas áreas sensibles de lo vincular y lo que significa la familia: “Desde una perspectiva biologicista, parece imposible criar adultos siendo recientemente uno. Pero es posible, es un trabajo constante y personal sobre acompañar el camino de la vida y el ballroom a otros adultos que buscan esa guía en uno”, explica Leo.

House of Mirror es la segunda casa del territorio cordobés, y en palabras de Leo Mirror: “Es un espacio donde nos miramos a la cara con todas nuestras contradicciones humanas y las dificultades de las historias de cada une, las ponemos sobre la mesa y vemos cómo encararlas en conjunto”.
El rol que cumplen las casas en la comunidad es fundamental para su desarrollo. Va más allá de lo que se desempeña en una kiki ball, donde cada integrante defiende el título y representación de su casa por medio de diferentes categorías. Para Leo, las houses, y específicamente la House of Mirror; siguen una premisa: “El otro refleja algo que veo de mí, y por eso lo elijo como familia. Con empatía, paciencia y creatividad. Si resonamos, si nos entendemos, si acordamos en las formas, estamos más cerca del otro y esa es nuestra fortaleza más grande.”

Dentro del activismo que promueve el ballroom, no solamente entra la defensa de los derechos LGBTIQ+, sino también la lucha contra el racismo: “La cultura tiene más de 30 años y aquí solo seguimos el legado de travestis y mariconas negras (…) no hay otra forma de habitar esta cultura en Argentina, por lo menos”, comenta Leo Mirror. Con sus estructuras, legados y cimientos, la cultura ballroom de Córdoba se encuentra en constante expansión, cuidando y ofreciendo contención a sus miembros, reforzando lo colectivo y la identidad propia.