Por Mara Salomon y Facundo Puiatti

El 18 de septiembre se realizó en el Pabellón Venezuela, el 7º Congreso Género y Sociedad “Tramar la imaginación feminista. Políticas, eróticas y poéticas en Nuestramérica”  y Nelly Richard formó parte, brindando el conversatorio “Los feminismos en América Latina: del patriarcado al cuestionamiento de la matriz neoliberal” junto a Adriana Boria y Alejandra Martín. 

Richard al comienzo de su presentación señaló que el feminismo no es solo un movimiento social, sino también una teoría crítica que ha sido fundamental para el avance del feminismo en general. Ella ha insistido, a lo largo de los años,  en que la teoría feminista no debe ser vista como un accesorio, sino como un pilar que permite al feminismo analizar, cuestionar y desmantelar estructuras de poder, representación y control social. 

“El feminismo no solo es un movimiento social, es también una teoría crítica. Es fundamental no abandonar este aspecto, porque la teoría feminista es uno de los mayores logros”. Nelly plantea que la teoría feminista tiene la capacidad de modificar los sistemas de conocimiento establecidos por el pensamiento masculino y de reconfigurar el entendimiento de lo real y lo social. Ella hace énfasis en que la teoría es una herramienta esencial para intervenir en las batallas ideológicas y culturales, y un bastión que no se puede abandonar.

La académica resaltó, a lo largo de su discurso y en repetidas ocasiones, una gran molestia con aquellos intelectuales y académicos que reconocen la fuerza del feminismo como movimiento social, pero que siguen ignorando las contribuciones de la teoría feminista, al no incluirla en sus marcos de conocimiento. Señala que no es suficiente aceptar al feminismo como objeto de estudio, sino que debe ser reconocido como un productor de conocimiento en sí mismo.

Ella remarca que aunque estos intelectuales reconocen al feminismo como un movimiento social relevante, continúan excluyendo textos de teoría feminista de sus bibliografías. Para Nelly, esta “asimetría” es problemática porque convierte al feminismo en un objeto de estudio, en lugar de reconocerlo como un sujeto activo en la producción de conocimiento. Así, subestima la capacidad transformadora de la teoría feminista para deshacer y rehacer la significación, y para intervenir en las estructuras ideológicas que gobiernan lo social.

Nelly insiste en que el feminismo, como teoría crítica, tiene un papel decisivo en cuestionar y reformular las construcciones de poder, y que los académicos deben permitir que el feminismo los interpele de manera profunda, no sólo como un fenómeno social, sino como un campo teórico que desafía las formas tradicionales de conocimiento.