Entre el Bosquecito de la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC) y la “Famafiesta” de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (FAMAF), una crónica de la noche universitaria.

La caravana arranca una noche en el rincón arbolado que los estudiantes de la FCC llaman “El Bosquecito” y culmina al día siguiente en el amplio edificio de la FAMAF, ambas sedes en el predio de Ciudad Universitaria. Dos espacios, dos ambientes, un mismo pulso universitario: la fiesta, el encuentro, la música y la colaboración.

Jueves: El Bosquecito de la FCC

Al caer la tarde, bajo los árboles y las mesas del predio de la Facultad de Ciencias Sociales, se arma el escenario informal del Bosquecito. Las luces propias de Ciudad Universitarias están encendidas, otras cuelgan entre las ventanas del edificio y un público joven, mayoritariamente ingresantes y estudiantes de los primeros años, circula con vasos plásticos, risas al viento, y un clima relajado de bienvenida. La música que suena va del rock nacional al pop-alternativo, con algún DJ que mezcla remixes cuarteteros.

Hay mesas de comida y bebida gestionadas por agrupaciones estudiantiles: el motivo es recaudar fondos para el ‘’38° Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, intersexuales y no binaries’’ con sede en Corrientes. El ambiente es de redes que se tejen: nuevos estudiantes llegan luego de sus jornadas de clases, docentes y no docentes se acercan, se presentan proyectos de poesía y artistas en vivo.
El Bosquecito funciona como espacio de tránsito: entre clases, entre facultad y vida social, pero también como punto de encuentro donde se comparte la universidad “vivida”. El aire huele a mate y a pasto cortado, y hay un murmullo de que el departamento de información sobre extensión ha tenido más consultas que en años anteriores.

El encuentro finaliza a las 3 de la mañana con el aviso de personal policial, acompañado de patrulleros y junto al Grupo de Operaciones Motorizadas (GOM). El público presente se retira sin disturbio alguno.

Viernes: Famafiesta en la FAMAF

Al anochecer siguiente, la caravana se trasladó al edificio de FAMAF, en Haya de la Torre y Medina Allende de Ciudad Universitaria. En el patio lateral y sus asadores, se instala la Famafiesta: luces de colores, pizarras con precios, y una mezcla de géneros musicales que van del rock clásico al techno: el último es el que levanta a grupos de estudiantes de física a familiarizarse con el ambiente festivo.


El público es mixto: estudiantes de grado y posgrado, pasantes, personal de investigación, y amigos o familiares que se acercan al evento. También se ve a agrupaciones estudiantiles que han montado puestos bebida y comida para reunir fondos para viajes de estudio, observaciones astronómicas, o la participación en congresos de ciencias venideras. Hay un cartel que dice: “BisagraXD”, haciendo alusión a la agrupación que organiza el evento y los jóvenes se suman.

El escenario adquiere un aire observatorio astronómico: entre estudiantes de la carrera, adornos alusivos y celulares que registran la escena. En un rincón, un grupo de matemáticos fotografían y elogian al único asador del lugar. En comparación con ‘’El Bosquecito’’, es una reunión más modesta. La Famafiesta combina ciencia, fiesta y financiación comunitaria.

Estas dos noches muestran que la vida universitaria en la UNC no es solo aulas y bibliotecas: es también carpa, audio, luces, recolección de fondos, sentido de comunidad, y el pulso de jóvenes que transforman espacios. En el Bosquecito y en la Famafiesta, el vínculo es entre el estudio y la experiencia, entre la facultad y la cotidianidad, entre el conocimiento y la colaboración. Y quizás, la caravana que va de un sitio al otro es la misma que recorre el deseo de aprender, vincularse y construir juntos.