El pasado domingo 19 culminó la 39° Feria del Libro en Córdoba, con una amplia convocatoria, balances satisfactorios y más de 27 mil ejemplares vendidos. Es que acercarse a la plaza significa, para algunos, la posibilidad de acceder a una variedad irrestricta de libros para todos los gustos. Para otros, es el momento de pasear, mirar y ojear para entretener un domingo en familia. Los más atentos habrán pasado por alguna de las más de 300 actividades que tuvieron lugar en esta edición.
Pero en esa oferta variopinta, una carpa suele destacarse incluso sin siquiera ser realmente una carpa diferenciada. La gente pasa, pregunta, y se sorprende gratamente cuando encuentra “libros diferentes”. Es el espacio Barón Biza, refugio de 36 sellos editoriales independientes, autogestivos y de formación colectiva originarios de toda la provincia. Recibe su nombre en honor al escritor y político cordobés Raúl Barón Biza (1942-2001) y este 2025 conmemora ya sus 10 años consecutivos de intervención.
Como punto de encuentro de escritores, ilustradores, y lectores, el foco acá está puesto en su convocatoria abierta, pública, democrática y sobre todo gratuita para las editoriales. La idea es poder darle un lugar a esas nuevas propuestas que nacen desde la periferia de la producción literaria. No solo esto, se busca revalorizar el rol de los editores y editoras, con todo su equipo, en la conformación de autores emergentes dentro del mapa literario argentino.
Los orígenes
Si bien su formalización surge de un diálogo entablado entre la Municipalidad de Córdoba y las editoriales independientes locales, la propuesta es originalmente impulsada por Leandro Calles, el curador de la Feria del Libro en aquellos años. Soledad Rebelles, narradora, editora y actual coordinadora del Barón Biza, señala que la carpa ha tenido diversos formatos desde su inauguración. “Al principio era un stand grande en donde una persona atendía y ponía a disposición de la gente toda la propuesta de las editoriales. Con los años eso se fue modificando y hace ya algunos años, cada editor tiene la posibilidad de estar en su espacio atendiendo y charlando directamente con la gente. Es un espacio pequeño pero muy valioso.”
Según Fabio Martínez, escritor, creador de la editorial Antipop y uno de los organizadores del espacio, la creación de este apartado respondió a una necesidad. “La Feria del Libro de Córdoba, que es una de las más importantes del interior del país, no tenía en sus actividades ni en sus carpas libros de autores cordobeses o de historias de cordobeses”, recuerda. Para él, esa ausencia representaba una gran contradicción: “fue una lucha que se entabló desde muchas editoriales en esa época, también muchos poetas y escritores, como el caso de Leandro Calle o Nelson Specchia. Y también con el apoyo de la gestión de aquel momento, encabezada por Juan Cruz Sánchez Delgado, se decidió finalmente darle a las historias independientes un espacio dentro de las carpas.”
Tanto Soledad como Fabio relatan el desafío que implicó, desde la organización, el cambio de gestión en la Municipalidad —más específicamente en el área de Deporte y Cultura—, lo que provocó que la Feria comenzara a organizarse recién después de mitad de año. Soledad destaca la disposición de la organización para acompañar y sostener su permanencia, aún en un contexto de tiempos ajustados. Como ella comenta, “hicimos algunas propuestas, algunos pedidos, prácticamente todos fueron tomados en cuenta. Incluso recibimos un apoyo especial de parte de la organización de la feria este año y el anterior, que tiene que ver con un pequeño aporte económico para la movilidad de aquellos editores que viajen desde el interior. Entonces sí hay una intención de la organización de la feria de sostener el espacio, lo vemos en estos detalles”.
Siguiendo esta línea, Fabio resalta la relevancia de sostener políticas culturales estables y trascendentales a la fuerza política de turno. Su planteo es muy claro: “es muy importante que el Barón Biza es una política de Estado, en el sentido de que es una ordenanza municipal y no importa el partido político que venga o que esté en el Ejecutivo, el espacio tiene que seguir estando para las editoriales independientes. Eso me parece que es un gran mérito de que en Córdoba exista una política cultural que se ha mantenido durante 10 años”.
Para él, su valor no se mide solo en años, sino en la construcción de una identidad lectora: “La lucha de nosotros es que los lectores que viven en Córdoba lean más, compren más libros de editoriales cordobesas, lean más autores de Córdoba y que escriben desde Córdoba”, afirma. En sintonía, Soledad considera fundamental que se sostenga el espacio editorial independiente, porque “garantiza una diversidad de propuestas, de géneros y de autores que tal vez las editoriales grandes no aseguran. (…) En cambio Barón Biza se anima a todo: a la poesía, a la historieta, a las propuestas más desopilantes, también a los autores nuevos”.
En definitiva, no se trata de solo una carpa dentro de la Feria: es una trinchera de libros, de voces y de ilustraciones que coquetean con lo artesanal, pero que cada vez proyectan sus tiradas hacia más lugares. Un espacio que se mantiene en pie gracias al trabajo colectivo, a la terquedad de quienes creen que la cultura también puede ser una forma de resistencia. Lo que empezó como una idea, hoy es una comunidad que celebra la palabra y la posibilidad de encontrarse. Que el Barón Biza siga existiendo, más allá de las gestiones, es la muestra más honesta y genuina de que cuando una idea nace desde la convicción, tiene la chance de transformarse en parte viva de la identidad de la ciudad.
