El escritor recurrió a Albert Camus: “El mayor acto de libertad es decir que no”. “No a lo injusto, no a lo inaceptable”.

El sol iba bajando en el cielo cordobés de un sábado de octubre. La Feria del Libro se respira en las Plazas de la Intendencia y Sobremonte. Las personas caminan por las carpas y el escenario se llena de cables, parlantes, murmullos de risas y palabras. Miradas que van y viene por donde busques. En la Carpa Naranja Leonor Allende, se distingue la palabra “Humanidad y Libertad”.

Cada carpa tenía un color y nombres de escritores reconocidos y con una función específica, algunos para presentaciones de libros, autores, charlas, editoriales, para las infancias y jóvenes con actividades en el ámbito de la literatura y conectar de una forma diferente. Ni hablar de la música que estuvo presente desde lo urbano hasta lo coral.

Se dio inicio a la Feria con el lema “Humanidad y Libertad” lo encarnó Reynaldo Sietecase– periodista, escritor, poeta y contador- agregó Juan Cruz Taborda. Esta revelación dio inicio a la charla profunda y necesaria que atravesó desde el valor de la literatura, pasando por las fake news  y la urgencia de resignificar la palabra “LIBERTAD”.

La Feria del Libro de Córdoba 2025, un esfuerzo conjunto curado por Taborda y Andrea Bocco que reunió a la Municipalidad, la Provincia, la Universidad, la Cámara de Libros y la SADE, se inauguraba así bajo el lema “Humanidad y Libertad”. Dos conceptos aparentemente eternos, pero que, como se demostraría en la siguiente hora y media, están hoy en la primera línea de fuego de las batallas políticas, sociales y, sobre todo, culturales.

Sietecase, agradeciendo al público que desafiaba el calor, honró ser el encargado de abrir la Feria. Destacó de inmediato el esfuerzo colectivo —público y privado— por mantener “un espacio para el libro y para la palabra”. Un gesto que, más allá del protocolo, parecía un posicionamiento: la cultura como territorio de resistencia.

Y entonces, volvió sobre la anécdota del contador. Reveló que fue una decisión forzada por la última dictadura militar, que cerró las carreras de humanidades. “Aunque hubiera querido historia o letras”, la vida lo llevó por Ciencias Económicas antes de que el periodismo y la literatura lo reclamaran. Esa primera elección truncada fue, quizás, su primer acto de resistencia, el primer “no” en una vida que luego haría de esa negativa un estandarte.

El Ejército Sensible de Córdoba y la Osadía del Humanismo

Antes de sumergirse en el meollo del lema, Sietecase rindió un vibrante homenaje a la potencia literaria cordobesa. Con la pasión de un bibliófilo, desmenuzó nombres como si estuviera en una intimada con amigos. De Leopoldo Lugones (“admiración de Borges”) a los “cordobeses por opción” como Bournichón; de los clásicos Juan Filloy, Hilario Ascasubi y Arturo Capdevila, a los contemporáneos que lo deslumbraron, como Daniel Salsano, a quien descubrió a través de una canción de Baglietto.

Fue una enumeración que trascendió lo literario para convertirse en una defensa de la diversidad de pensamiento. “No necesariamente uno tiene que coincidir con una persona para disfrutar su obra”, afirmó, citando su admiración por la obra de Marcos Sahy, a pesar de sus diferencias. Reivindicó a Córdoba como un semillero de un “ejército sensible y lúcido”, un lugar particular donde el pensamiento y la filosofía florecen.

Luego, llegó al corazón de la cuestión. “¿Qué apuesta, ¿no?, hacer una feria del libro con un eje en humanismo y libertad? Me parece contradictorio con este momento”. Con esa frase, lanzó su desafío. Definió el humanismo, de manera sencilla y poderosa, como “colocar al ser humano en el centro de todo”. Y lo calificó de “osadía” en una era donde prima “una lógica mercantilista de la vida, donde es más importante tener que ser”.

Criticó la lógica actual que exige “tener” bienes o “likes” para “ser” alguien.

Sobre la libertad, alertó sobre su secuestro discursivo. “Parece que alguien hubiese secuestrado la palabra libertad… hay que tratar de recuperarla”. Recordó que, históricamente, la libertad venía escoltada por la igualdad y la fraternidad. “Pareciera que hay alguien que está dispuesto a separarla”. Ante esto, llamó a escritores, intelectuales y docentes a una “obligación ética” de rescatar la palabra de quienes la presentan como “el ideal del mérito, la supresión del Estado o el paradigma del sálvese quien pueda”.

Para cerrar su idea, recurrió a Albert Camus: “El mayor acto de libertad es decir que no”. “No a lo injusto, no a lo inaceptable”, aclaró. Y confesó un lema personal que aplica en su trabajo: “Usted diga siempre que no. Después vemos si decimos que sí”. Era una postura clara: la libertad comienza con la resistencia.

El Gran Hackeo: Libertad vs. el Teléfono Inteligente

Fue entonces cuando Taborda, con fino olfato periodístico, guio la charla hacia un territorio más concreto: la relación entre la libertad y la tecnología. Sietecase, lejos de un discurso apocalíptico o tecnófobo, planteó una crítica profunda y documentada.

“¿Qué tiene que ver la libertad con el teléfono?”, se preguntó. Y respondió: “Creo que estamos ante un momento bisagra”. Admitió usar tecnología constantemente, desde el teléfono hasta el ChatGPT, pero advirtió: la discusión es si es una herramienta o un elemento que nos condiciona. “Nos convierte automáticamente en consumidores, en variables estandarizadas para el consumo”, afirmó, revelando una cifra elocuente: “El 60% o 70% de la información que circula por nuestros teléfonos está elaborada por 5 empresas multinacionales”.

Desde allí, el salto a la manipulación política fue inevitable. Con precisión de investigador, citó los casos de Cambridge Analytica en el Brexit y la campaña de Trump en 2016, el uso de WhatsApp para difundir fake news en la campaña de Bolsonaro y el caso de la noticia falsa sobre Mauricio Macri en las elecciones porteñas. “Si movió entre 2 y 4 puntos, quizás no ganaba la elección el partido que ganó”, especuló, demostrando la materialidad del peligro.

“La complejidad es que somos nosotros los que suministramos datos todo el tiempo”, señaló, y compartió una anécdota personal y simbólica: su intento de destruir 80 libretas de anotaciones llenas de datos sensibles, metiéndolas en la bañadera, un “chip” paranoico de otra época que choca con la transparencia actual donde “todo es público”. Su conclusión fue un llamado a la conciencia: “Por lo menos no ser pasivos, por lo menos no estar ajenos a eso”.

La presentación de “La Rey” en la Feria del Libro de Córdoba 2025.

El Humanismo como Antídoto en un Mundo Binario

La charla derivó entonces hacia el rol del humanismo para navegar esta complejidad. Taborda leyó un fragmento del texto curatorial que hablaba de la salvación colectiva y plural. Sietecase amplió la idea: el humanismo, para él, es un concepto transversal que permite escapar de la lógica binaria del “buenos vs. malos” que impone el algoritmo.

Puso como ejemplo el conflicto en Gaza. “Que Hamas sea una organización terrorista no implica hacer alguna mengua a las barbaridades que está generando Israel”, afirmó, defendiendo la capacidad de sostener dos verdades incómodas al mismo tiempo, sin caer en simplificaciones. “El ser humano en el centro” implica, para cualquier intelectual, “pensar críticamente, salir de la pereza” de los trazos gruesos.

Criticó la polarización que domina el debate público, tanto en Argentina como en el mundo, y defendió un periodismo y un pensamiento “fino”. “Desconfíen del periodista y del medio de comunicación que critica siempre, tanto como el que no critica nunca”, aconsejó. Instó a aplicar las “5 W” del periodismo, cargando especialmente el “por qué” y el “para qué” para entender la complejidad de los hechos, como la victoria electoral de la derecha en 2023, que para él responde a un “descontento” tras años de “degradé” en la calidad de vida.

Al ser consultado sobre la posibilidad de consensos en un país fracturado, se mostró cautelosamente optimista. Mencionó una nueva camada de dirigentes alrededor de los 50 años con “una apertura mucho mayor”. Apuntaló el debatir temas “pre-ideológicos” como la seguridad, la educación o la inflación, buscando soluciones por encima de las trincheras partidarias. “La gente está harta, cansada. Yo no me puedo enojar, no puedo ser tan perezoso”, dijo, llamando a una revisión honesta de los errores cometidos por todos los sectores.

En el cierre, una pregunta personal sobre su fe reveló a un Sietecase más íntimo. Se definió como un “dudante” respetuoso, a quien “le da pena no creer”. Este respeto lo llevó, años atrás, a ser un “adelantado” en el elogio de la figura del Papa Francisco, a quien veía, más allá de la religión, como un líder que prioriza a los pobres, una encarnación práctica del humanismo. “Si no revisan que algunas cosas se hicieron mal…”, dijo, volviendo a su idea central, la necesidad de la autocrítica.

Finalmente, con un mensaje a los estudiantes de comunicación, les recordó su “compromiso extra”: ser un “elemento de control del poder político y económico fundamental”. “Se han metido en un lío interesante”, les dijo, “así que ojalá lo hagan con pasión, con rigor, con honestidad”.

Añadió “Hay que capacitarse centralmente. La recomendación es leer, leer y leer. Tener curiosidad. Yo tengo dos registros: el periodismo, cuyo compromiso es con la verdad, y la literatura, donde todo vale. Pero los dos con el mismo rigor”.

Al bajar del escenario, el calor aún persistía, pero las ideas sembradas —sobre la libertad secuestrada, el humanismo como brújula y la necesidad de decir “no”— flotaban en el aire cordobés, invitando a la reflexión y, sobre todo, a la acción. La Feria del Libro había comenzado no con un festejo, sino con un desafío.