“Por Cecilia Celedón“
El pasado viernes 4 de octubre, Córdoba volvió a vestirse de noche y de memoria. La Noche de los Museos 2025, bajo el lema “La memoria en movimiento”, transformó más de 100 espacios culturales en pequeñas constelaciones de luz, sonido y palabra. Hasta la medianoche, el centro histórico, Nueva Córdoba y varios barrios sumaron muestras, conciertos, talleres y recorridos temáticos que convocaron a familias, estudiantes, investigadores y grupos de amigos de todas las edades.
Desde las 18 horas, voluntarios entregaban mapas y recorridos sugeridos en las esquinas más transitadas, mientras la Municipalidad de Córdoba disponía transporte gratuito y puntos de información para guiar a los visitantes, explicar horarios y facilitar la accesibilidad en cada espacio cultural. En cada stand se notaba la mezcla entre lo planificado —charlas, presentaciones, recorridos guiados— y lo espontáneo: músicos que aparecían en las plazas, lecturas repentinas de poesía y artistas que improvisaban intervenciones en la vereda.
Un circuito para todos los públicos
El Museo de Ciencias Naturales se convirtió en un imán para familias y curiosos. Vitrinas con fósiles, réplicas de dinosaurios y mesas interactivas permitieron que chicos y adultos aprendieran con lupa en mano. Al mismo tiempo, estudiantes del Observatorio Astronómico de Córdoba instalaron telescopios en el Pabellón Argentina: la Luna, Júpiter y Saturno se dejaron ver por turnos, mientras los murmullos de sorpresa se mezclaban con explicaciones científicas al ras del asombro.
La Facultad de Artes propuso un recorrido de luces y sonidos: instalaciones interactivas, proyecciones en los patios, performances y un ciclo de bandas emergentes. Entre las muestras, se destacó la fotografía documental, el collage digital y una mesa de participación donde los visitantes dejaban notas sobre la memoria colectiva de la ciudad. “Es un puente entre generaciones —comentó un profesor—; los abuelos traen sus recuerdos y los jóvenes crean otros nuevos”.
En el Museo de Antropología, la exhibición “Cuerpos, memorias y territorios” abrió conversaciones sobre identidad y resistencia. Las piezas arqueológicas se complementaron con testimonios contemporáneos; audios con voces de comunidades originarias llenaban las salas, creando una atmósfera íntima y reflexiva. Allí, el público no solo miró: escuchó, preguntó y dialogó, acercándose a historias que suelen quedar fuera de los libros.
Patrimonio bajo las estrellas
La Manzana Jesuítica fue declarada Patrimonio de la Humanidad y concentró uno de los momentos más conmovedores de la noche. El coro universitario interpretó música latinoamericana al aire libre, con la piedra histórica como escenario. Con velas en mano, el público vivió un instante donde pasado y presente se encontraron sin artificios.
Durante toda la noche, también se hicieron visibles los proyectos de género y memoria. En el Museo de las Mujeres, una intervención audiovisual titulada “Nuestros cuerpos, nuestras memorias” proyectó retratos, poemas y relatos en las fachadas. Aquí, la reflexión sobre derechos y relatos femeninos encontró un espacio propio dentro de la programación formal.
Cultura en los barrios
La Noche de los Museos no se quedó en el centro: llegó a Alta Córdoba, Güemes y otros barrios vecinos. Espacios autogestionados ofrecieron títeres, talleres de cerámica y recorridos con artistas locales. Murales históricos y contemporáneos se transformaron en escenarios para recitales íntimos y lecturas de poesía. Esta descentralización permitió que la noche fuera de todos y no solo de quienes viven cerca del casco histórico.
Risas, aprendizaje y pequeños descubrimientos
En patios y esquinas se escuchaban risas que confirmaban la naturaleza festiva del evento. Chicos pintaban, adultos intercambiaban libros usados y ancianos contaban anécdotas de la ciudad. Puestos de comida artesanal, cafés y feriantes acompañaron la noche con aromas y calor humano. Incluso algunas lloviznas no pudieron frenar el entusiasmo: la cultura resultó más fuerte que la lluvia.
La ciudad que respira cultura
A la medianoche, las luces se apagaron lentamente, pero la sensación quedó: Córdoba es, por una noche, una ciudad museo, un territorio compartido donde la historia se toca, se escucha y se pregunta. La Noche de los Museos 2025 reforzó una idea simple y poderosa: los museos no son vitrinas estáticas; son lugares vivos que cuentan, convocan e invitan a pensar.
Antes de irse, muchos visitantes recogían folletos y anotaban recomendaciones para volver: una escuela, un taller, una exposición que no alcanzaron a ver. Esa curiosidad prolongada, ese deseo de regreso, es la mejor medida del éxito de la noche.
Para seguir el evento y ver fotos y videos de la Noche de los Museos Córdoba 2025, podés visitar su Instagram oficial: @nochemuseoscba.