Entrevista a María Gómez sobre la emblemática obra de Nelly Fernández Tiscornia, bajo la dirección de Luis Brandoni

La emblemática obra Made in Lanús, escrita por Nelly Fernández Tiscornia en los años 80, vuelve a los escenarios porteños bajo la dirección de Luis Brandoni. A más de tres décadas de su estreno, esta historia sobre los que se fueron y los que se quedaron sigue conmoviendo al público argentino.

La entrevista se realizó en el canal de streaming Somos WiFi, del Canal Botox, donde la actriz María Gómez respondió con claridad sobre la obra, el proceso actoral y la profunda emoción que genera volver a representarla ante nuevas generaciones de espectadores.


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1. La vigencia del texto

– Made in Lanús se estrenó en los 80, pero hoy vuelve a los escenarios. ¿Qué sentís que hace que la obra siga siendo tan actual?

Creo que Made in Lanús sigue siendo actual porque habla de algo que no dejó de pasar nunca: la distancia, la nostalgia, las decisiones que tomamos cuando sentimos que no hay lugar para nosotros. Más allá del contexto político, sigue siendo una historia sobre la identidad, sobre qué significa “volver” o “pertenecer”. Hoy, cuando muchos jóvenes se van del país o piensan en hacerlo, la obra vuelve a tener una fuerza impresionante.


2. El personaje

– ¿Qué te atrajo de tu personaje y qué desafíos encontraste al interpretarlo?

Mabel me atrajo porque es una mujer profundamente humana. No es heroína ni víctima: es alguien que ama, que extraña, que se enoja, que tiene contradicciones. El mayor desafío fue no caer en la nostalgia vacía, sino mostrar que detrás de sus recuerdos hay también una esperanza, una necesidad de reconciliarse con su pasado.


3. El contraste “los que se fueron / los que se quedaron”

– La obra refleja esa tensión. ¿Cómo lo trabajaron en el escenario para que el público se identifique?

Brandoni insistió mucho en que no presentáramos “bandos”. No hay buenos o malos, sino historias distintas marcadas por el mismo país. En el escenario tratamos de mostrar que, tanto el que se fue como el que se quedó, cargan con una pérdida. Y eso hace que el público se vea reflejado: todos tenemos alguien que se fue o alguien que se quedó esperándonos.


4. La dirección de Brandoni

– ¿Qué aporte o mirada particular le dio Luis Brandoni a esta puesta?

Luis tiene una sensibilidad enorme para los textos populares. Nos pidió trabajar desde la verdad, sin exagerar los climas emocionales. Buscó que la obra se sintiera cercana, que el espectador sienta que esa mesa, ese mate y esas discusiones podrían ser las de su propia familia. También aportó mucho humor, algo que equilibra la melancolía del texto.


5. La emoción del reencuentro

– Muchos dicen que la obra toca fibras muy íntimas del público argentino. ¿Cuál fue la reacción que más te conmovió en estas funciones?

Una vez, después de una función, se me acercó una señora con lágrimas en los ojos y me dijo: “mi hijo vive en España, y hoy sentí que volví a hablar con él”. Ese tipo de cosas te atraviesan. Ahí entendés por qué el teatro tiene sentido: porque logra que alguien se vea reflejado y, aunque sea por un rato, sienta que no está solo.


6. El público joven

– ¿Cómo reacciona el público más joven ante una obra que nació hace más de tres décadas?

Me sorprendió muchísimo. Hay chicos que nunca habían escuchado hablar de Made in Lanús y salen emocionados. Muchos nos dicen: “esto le pasa a mis viejos” o “mi hermano se fue a vivir afuera y entendí lo que siente mi mamá”. La obra genera empatía entre generaciones, y eso es muy valioso.


7. El mensaje

– Si tuvieras que resumir el mensaje principal de la obra, ¿cuál dirías que es?

Que todos cargamos con el peso de nuestras decisiones, pero que siempre hay un hilo que nos une al lugar de donde venimos. Made in Lanús no juzga, solo muestra que el desarraigo es parte de nuestra historia como argentinos.


8. Volver al teatro

– Después de la pandemia y tanto tiempo de pantallas, ¿cómo vivís el reencuentro con el público en una sala llena?

Es una emoción enorme. El silencio del teatro, las risas, los aplausos… nada de eso se puede reemplazar con una pantalla. Sentís que el público respira con vos, que se conmueve con lo que pasa. Esa energía compartida es única, y Made in Lanús tiene mucho de eso: de encuentro, de volver a mirarnos a los ojos.