Zombis Tecnológicos

El uso del teléfono en la vía pública y la infraestructura defectuosa convierten la vereda cordobesa en una zona de riesgo.

Eran las 20:30 de un apacible miércoles de octubre. La luz del día se fusionó con la oscuridad de la noche, aunque el ambiente de las inmediaciones de la Plaza España aún era muy vibrante. Gastón caminaba con paso resuelto en dirección al Patio Olmos, con la mirada fija en su teléfono mientras cambiaba de canción en la playlist del potente deathcore de sus auriculares. Guardó su teléfono y levantó la mirada para continuar su camino.

Fue en ese instante, cerca de la esquina, que una silueta cruzó su camino de forma errática. Era una sombra avanzando a ciegas, con la vista hundida en la palma de su mano, hipnotizado por la luz azul del teléfono. En el esfuerzo por esquivar a ese “zombie digital, Gastón giró el torso con brusquedad y perdió el equilibrio. El golpe no vino de la persona, sino de la trampa camuflada: un bloque de cemento desgastado, casi invisible en la oscuridad, se interpuso en su pie derecho, haciendo sonar la realidad como un látigo. La inercia hizo el resto.

El pie derecho de Gastón impactó contra el bloque de cemento, desestabilizando su cuerpo y desencadenando una caída violenta. El impulso lo lanzó hacia adelante, la pierna derecha se estrelló directamente contra el mismo bloque de cemento, un impacto seco y contundente.

Simultáneamente la rodilla izquierda también se resintió en la vereda. Por instinto, el brazo derecho actuó como punto de anclaje forzoso, absorbiendo la totalidad del peso al momento del impacto contra el suelo.

Plaza España, Ciudad de Córdoba.

El dolor fue instantáneo y punzante. Al cesar el movimiento, una sensación de entumecimiento e inmovilidad se apoderó de él y de su brazo derecho, señal inequívoca de que había recibido la peor parte de la caída.

Horas mas tarde, Gastón arribó a la guardia del hospital. La burocracia de la institución y posterior espera eterna, dieron con el resultado de un brazo con serios problemas motrices que requiere compensación para el estiramiento, y la costilla del mismo lado fisurada.


La trampa silenciosa donde la negligencia urbana y el “tecno peatón” se encuentran.

La crónica de “Gastón” (no es su nombre real), no es un hecho aislado. El golpe seco que absorbió en el suelo de una vereda de la capital cordobesa no es solo la consecuencia de la momentánea distracción al llevar auriculares, es el reflejo de una problemática social y es la historia de miles de “peatones heridos” en una ciudad donde el riesgo en la vía pública no solo reside en el asfalto.

En la ciudad de Córdoba, el riesgo vial para los peatones es alarmante. Según datos oficiales, el 19% de las víctimas fatales en la capital durante el año 2023 fueron peatones, incrementándose durante este 2025. La problemática de los atropellos se agrava con estadísticas que, en años anteriores, marcaban un promedio de hasta cuatro peatones atropellados por día.

Expertos en seguridad vial y movilidad urbana señalan tres factores determinantes en estos siniestros, que confluyen en el accidente de nuestro protagonista:

El Tecno Peatón: Peatones Inmersos en sus Teléfonos

La conducta de usar smartphones o auriculares al caminar ha creado la figura del “tecno peatón”. Estudios nacionales indican que hasta el 51,58% de los peatones evidencian algún tipo de distracción al cruzar la calle. En el rango etario más joven, la distracción principal es escuchar música con auriculares y enviar mensajes de texto. Esta “ceguera atencional” se vuelve crítica ya que la capacidad de respuesta y la percepción de sonidos (como una advertencia o un vehículo) quedan gravemente limitadas.

El Déficit en la Infraestructura Urbana

Si la distracción es un problema individual, la negligencia municipal es la trampa perfecta. El accidente ocurrió no solo por la desatención, sino por el estado de las veredas. Mientras la atención se desvía, la infraestructura urbana actúa como un desencadenante oculto: baldosas sueltas, desniveles abruptos y obstáculos de cemento sin señalizar. La crónica de nuestro protagonista se suma a un 31% de ciudadanos que, según reportes, debe sortear “arreglos en las veredas y otras situaciones incómodas”. La vereda, ese espacio de prioridad peatonal, se ha convertido en un campo minado que obliga al ciudadano a caminar pendiente del suelo, en lugar de su entorno.

Zombies digitales

Paradójicamente, el desencadenante de la caída fue un tercero, otro peatón absorto en su teléfono. La distracción no es solo un peligro para quien la practica, sino que se irradia. Este factor introduce otra capa de riesgo, donde el zombie digital desvía bruscamente a su paso a un tercero, arrojándolo a los peligros estructurales de la ciudad.


Poner límites a la adicción, antes de que el cemento lo haga

El peligro de ver el teléfono mientras caminas por la calle.
Zombies digitales y el uso de un teléfono en la vía pública.

La recuperación de una costilla fisurada y una limitación motriz es un proceso largo que requiere fisioterapia y, sobre todo, conciencia. El suceso no solo dejó una huella física, sino la evidencia de que la adicción al teléfono es una problemática de salud integral. Investigadores locales, al hablar de escalas que miden el “uso problemático” del teléfono, señalan la dependencia emocional y la interferencia en la concentración como efectos comunes en los jóvenes.

Esta crónica es, en esencia, un llamado de atención. Por un lado, a la responsabilidad del Estado en garantizar veredas seguras, a su vez, bien señalizadas y a la responsabilidad individual de cada ciudadano. No existe herramienta ni ley que reemplace la simple decisión de quitarnos los auriculares y levantar la vista del teléfono. La seguridad, como la salud, empieza cuando decidimos poner límites a esa “adicción”, antes de que el cemento de la calle se encargue de recordarnos la realidad.

Por a.sanchez