En un panel revelador, especialistas y proyectos de extensión universitaria mostraron cómo la escritura y la radio se convierten en herramientas para ejercer la libertad de expresión en las cárceles de Córdoba.
En el marco de la V Bienal celebrada en la Facultad de Ciencias de la Comunicación (FCC), se llevó a cabo un panel titulado “Comunicación en cárceles, experiencias”, un espacio para abordar temas de escasa repercusión y describir las realidades cotidianas del encierro. Allí se demostró que para muchos internos, la llegada del miércoles es un momento anhelado, un día en que, a través de un simple papel, pueden ejercer su derecho a la libertad de expresión.
Un equipo liderado por María Lozada Fernández visita la cárcel de Bouwer cada miércoles para realizar un taller interactivo. En este espacio, los presos tienen la oportunidad de escribir sobre sus sentimientos y las condiciones en las que viven. Los relatos, según se expuso, coinciden en un punto central: la sensación de que sus derechos no son respetados. Describen la vida en celdas de 5 personas, tan pequeñas que el baño se encuentra junto a las camas, y donde las cuestiones de higiene son completamente omitidas.
Este proyecto, que tuvo sus inicios en el Penal de San Martín antes de trasladarse a Bouwer, busca ofrecer a los internos un espacio para expresarse de manera oral o escrita. Muchos de los textos producidos son historias personales, mientras que otros son poemas que fueron exhibidos antes de la charla.

Uno de los escritos que más impactó a los asistentes fue el de Pablo Ramayo, un interno de Bouwer, que narra la cruda vida dentro del penal: “Hay muchas formas de ser dentro de un pabellón. Todas las mentes dan vueltas y vueltas pensando en lo mismo: La libertad. Hay mentes malvadas que quieren robarle a las presas, hay mentes que buscan de Dios para tratar de cambiar la vida, hay mentes buenas que te aconsejan, hay mentes que se vuelven dementes por tantos años de encierro… Yo mientras tanto ocupo mi mente escribiendo esto… Porque tengo la mente apuntando al lado de la felicidad y del lado bueno”.
Daniel Koci, uno de los especialistas del panel, aseguró que con este proyecto los internos “ejercen su derecho de libertad de expresión”. Por su parte, María Lozada Fernández subrayó un dato alarmante durante su intervención: “la mayoría de las personas que están en la cárcel privadas de su libertad todavía no tienen condena, están ahí por las dudas”. Sostuvo, además, que la cárcel es un lugar donde se violan muchos derechos humanos, una situación que “trasciende de la privación de libertad”.
El panel también sirvió de vidriera para otros proyectos. Entre ellos se destacaron los ejemplares de la revista “Mordaza Cero”, producida por internos del Penal de San Martín como parte de un Taller de Periodismo. Sus ediciones abordan temas como la libertad, la cultura y la vida carcelaria desde la perspectiva de los propios presos.

La revista representa una apuesta por la palabra como herramienta de transformación y libertad , y su impacto llegó incluso a la Feria del Libro de 2015, donde los internos pudieron compartir su trabajo con el público.

Otra de las iniciativas presentadas fue “Libre Voz”, un programa de radio que busca ampliar el contacto humano con los internos. Los creadores señalaron que las radios de mayor alcance en Bouwer son “Cadena 3” o la “Radio Popular”, por lo que su objetivo es ofrecer una alternativa donde los presos puedan no solo escuchar otro tipo de contenido, sino también ser parte del programa. Un ejemplo de esto es el bloque “Desde Bouwer al Mundo”, a través del cual los internos envían saludos a sus seres queridos.
El licenciado Pablo Natta explicó los desafíos del proyecto: “Sabemos que la cárcel tiene fronteras poderosas y estamos analizando cuales son los dispositivos que se pueden ingresar para que lo puedan escuchar en vivo en los pabellones”. De momento, los equipos de radio son llevados con permisos especiales para ser utilizados como una actividad dentro del taller. Natta agregó que “Libre voz es un producto en desarrollo y la idea es poder subirlo a, por ejemplo Spotify u otras plataformas”.
Al ser consultados sobre si habían enfrentado algún tipo de censura, los responsables del programa respondieron que se trata más bien de una “autocensura”. “Somos conscientes que al tener un público destinado no podemos hacer todo como lo pensamos directamente, sino que buscamos herramientas para una mayor comprensión por parte del oyente”, explicaron.
La jornada reafirmó el compromiso de una comunicación inclusiva y transformadora. Los talleres de escritura, la revista “Mordaza Cero” y el programa “Libre Voz” son valiosas experiencias que visibilizan realidades silenciadas y conciben a la comunicación como un derecho humano fundamental.