De izq. a der: Francisco Testa, Silvina Ruffo, Tamara Stemberg, Fernanda Salguero, Melina Gianre

De la mano de El Emporio Libros y bajo el título “Literatura de todos los sabores”, cuatro escritores protagonizaron un conversatorio sobre sus nuevas publicaciones.

La Feria del Libro se erige como una columna colosal y solemne en el imaginario colectivo cordobés. Los nativos saben que en la ciudad –por algo llamada la docta–, durante dos semanas al año se levanta en plaza intendencia el templo a la literatura. 

Los cordobeses también saben que la asistencia es obligatoria, como lo demuestran año a año los números de concurrencia. Llueva –como la edición anterior– haga frío, o calor (como este 2025), los vecinos saben a dónde irán, que harán y fundamentalmente con quienes, porque la Feria del Libro es, esencialmente, un encuentro entre amantes de la literatura. 

Ese encuentro no consiste solamente en hojear cientos de libros en decenas de stands, organizados por diversas editoriales: constituye también una oportunidad para conocer a los autores detrás de las hojas. Mentes inquietas, como calderas rebosantes de ideas, que terminan por rebalsar en tinta sobre papel.

Literatura para todos los sabores

Cuatro de esas mentes inquietas se presentaron el jueves a las 20, en la carpa Susana Cabuchi. Quien dirigió el evento y realizó las preguntas a los escritores fue Tamara Stemberg, dueña de El Emporio Libros.

¿Qué es El Emporio Libros?

Es la editorial cordobesa más antigua de todas. Hace 84 años tienen una librería, y hace 24 su propia editorial. Su larga historia no estuvo exenta de polémicas: durante el cordobazo, como represalia por publicar un libro crítico del entonces interventor de Córdoba, recibieron una bomba en la vidriera.

El evento fue bautizado “Literatura para todos los sabores”, porque según su organizadora “entre los cuatro abarcan una amplia variedad de géneros” disponibles para el que lector elija, como frente a la vidriera de una heladería. 

Los cuatro autores, a primera vista, no tienen mucho en común. El primero es un jóven delgado, con profundas ojeras que traicionan su corta edad. 

“Publiqué mi primer libro con 15 años”, cuenta Francisco Testa. Ahora, con 22, presenta su segunda novela: “Sueños de otro mundo”, un terrorífico libro que tuerce las reglas del medio físico de la literatura, similar a “Casa de hojas” de Danielewski. 

La joven sentada en la otra punta de la mesa comparte una historia similar. Melina Gianre, de 24 años, comenzó a idear “Amalyx: la furia del dragón” a los 12. El jueves presentó la secuela: “Amalyx y el reino olvidado”, una novela del género alta fantasía que pretende concluir con un tercer libro.

La tercera autora es Silvina Ruffo, experimentada autora de varios libros. Frente a los allí presentes exhibió su décima novela: “¿Quién fue Ester Bermudez?”, una novela de misterio sobre una jóven que busca conocer el paradero de su madre, a quien creía fallecida.

Por último, habló Fernanda Salguero, autora de “Los crímenes del Hotel Magnolia”, una novela policial clásica estilo Agatha Christie, ambientada en un hotel ficticio.

“El hotel realmente existe”, cuenta Fernanda, entre risas, “toda la historia está basada en una mala experiencia que tuve en un hotel”.

Ideas de tinta y grafito

De hecho, esa fue la pregunta disparadora. LLena la carpa (frente al largo escritorio donde se sentaron los autores, la organización había desplegado seis hileras de sillas), dio comienzo el conversatorio.

El primero en hablar fue Francisco, quien contó que la idea original de “Sueños de otro mundo” provenía de una anécdota perturbadora que le contó un amigo. De hecho, la dedicatoria del libro es para un Agustín Della Mea, quien “tuvo un sueño perturbador”. 

Lo interesante de la propuesta “todos los sabores” fue justamente eso, el carácter variopinto de las respuestas. Sin embargo, medida que fue progresando la charla, se exhibieron paulatinamente diferentes puntos en común entre los cuatro autores. Quizás quien sintetizó mejor las semejanzas fue Fernanda: “Los escritores estamos todos locos”, declaró. Para fundamentar su argumento, procedió a relatar que en su proceso autoral es indispensable investigar. 

“Para escribir, tengo que investigar cómo asesinar y esconder cuerpos”, sinceró, y continuó: “de hecho, estudié criminalística para poder seguir asesinando gente, en ficción, sin el problema de la policía federal tocando la puerta de mi casa”. Luego, apuntó a su compañero: “Francisco escribe a oscuras con una vela roja”. 

Afortunadamente, los demás no expresaron (o no quisieron admitir) hábitos atípicos de escritura. 

Los autores: Libros abiertos

Eventualmente, se dio pie a las preguntas del público. Uno de los presentes inquirió sobre el proceso de creación de los personajes. Una vez más se justificó la elección del título. 

Silvina fue la primera en aproximar una respuesta: “Los personajes tienen que parecer reales, es lo más importante”, sentenció, y luego explicó cómo logra esa realidad en las caracterizaciones, al decir que “el personaje viene a nuestra cabeza y convive con nosotros, uno siempre se mezcla con el personaje”. 

Melina estuvo de acuerdo, y añadió que no le gustaba basar sus personajes en personas reales. Un miembro de la audiencia preguntó cómo los ideaba entonces, a lo que la joven autora respondió, sin perder un segundo: “Me vienen en sueños”. 

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Para finalizar, la organizadora del evento preguntó a los autores sobre la intención de la novela. ¿Qué buscan causar en el lector?

Melina, casi con estrellas en los ojos, contó que el objetivo de su novela es que el lector emprenda un viaje de aventura y autodescubrimiento, en compañía de sus personajes.

Fernanda, fiel a los enigmas clásicos protagonizados por Poirot, contó que con su libro buscaba plantearle un juego al lector. “Quiero que sienta intriga, que se pregunte y no pueda soltar el libro hasta terminarlo… y que al hacerlo, lo sostenga con nostalgia”. 

Silvina fue más concisa en su respuesta, y contó que su objetivo era que el lector “averiguase, junto a la protagonista, quién fue realmente Ester Bermudez”.

“Siempre que escribo, mi objetivo es que el lector no deje de confundirse”, expresó con franqueza Francisco, último en contestar.

“A veces incluso me perturbo a mí mismo”, dice, firmando su oración con una sonrisa torcida que evidenció un turbulento mundo interior.

Por Ignacio Perotto

Soy un aficionado del cine, la literatura y el dibujo. Toco el bajo eléctrico y escribo textos recreativamente, para quien crea pertinente publicarlos.