La actriz rionegrina, una vez más desnuda su historia en escena. En ella se responde cómo llegó a ser quién es, mediante un testimonio teatral en formato unipersonal.

El ruido del mar y las manzanas rojas arenosas. El canto de garganta con arena de Gardel. La mitología griega y Helena de Troya. El goteo de la anestesia y los mal llamados hacia el quirófano. Una carrera de actuación trastabillada pero elegida en los primeros años de vida. ¿De quién es la obra? Elena Cerrada.

La actriz, docente, directora y creadora del Espacio Cirulaxia participa en el decimoquinto Festival Internacional de Teatro Córdoba. El encuentro escénico reúne del 4 al 12 de octubre obras teatrales muy accesibles de Argentina, MERCOSUR y Europa. “Con más de 100 funciones distribuidas en 21 espacios de la ciudad y en 20 localidades de la provincia”, afirman desde la Municipalidad.

17:50 h de aquel 8 de octubre haciendo fila, justo antes de que la obra empiece y ese “libre hasta agotar capacidad de la sala” se llene. Y así fue. A las 18:00 h, una sala del “Espacio Cultural Museo de las Mujeres” se llena con gente sentada en el piso. Mujeres jóvenes, adultas y de tercer edad resaltan en el espacio con una minoría masculina que funciona como meros acompañantes.

18:15 h Bochorno, terrible peso de un exceso de sentido está por iniciar. El público expectante se ubica en forma de semi-círculo, rodeando una especie de habitación. Una luz azul ilumina un cuadrado de caños metálicos cubierto de cortinas traslucidas con flores rosas y, en el centro, las bases de una cama sin colchón. Lo azul se apaga al tiempo que aumentan sonidos marítimos de olas del mar.

Elena Cerrada se desafía a responder a esa pregunta inicial, transformando su historia en arte. La emoción, el humor, el delirio y el absurdo se mezclan en una producción que busca “mostrar que uno tiene un deseo, y (que) a veces se te van poniendo obstáculos”.

Fotografía de Elena Cerrada en escena. Imagen: Rocío Mayorga (Tierra Media)

La voz fuerte sin micrófonos y las capacidades actorales de Elena marcan una importante presencia que deja mudo y cautivado al público. Mientras tanto, los espectadores se mueven de lado a otro para ver con detenimiento la danza de movimiento que hace Elena. La sincronización de luces, colores, texturas y audios reclaman la atención de esas mujeres que se sienten identificadas con su relato.

Setenta minutos bastan para una Elena que pasó por tres cirugías, una central: la histerectomía o extirpación de su útero. No tanto por los tumores, sino por una decisión de no ser madre. Tras ello se suma, “la violencia de ciertos médicos”, una menstruación a los diez años que detiene sus sueños como bailarina y una menopausia temprana que vacila ente la nostalgia y el fuego correr por su cuerpo.

Pareciera que una cosa no tiene que ver con la otra. Pero, la obra demuestra que la trayectoria de Elena Cerrada de más de cuarenta años no sería la misma sin todos esos obstáculos y vivencias personales. El ser una mujer, y actriz, se entienden en esa lucha constante entre ella misma contra aquellos “mandatos” sociales que estigmatizan el rol de género femenino.

Fotografía de la escenografía al finalizar la obra de teatro. Imagen: Autoría propia

19:20 h la sala se pone de pie para aplaudir a Elena Cerrada, mientras agradece a su público por haber preferido su obra antes que otras del festival. Saludos y abrazos rodean a la protagonista una vez finalizada Bochorno.

Al prender las luces, los rostros antes a oscuras, ahora se ven con claridad. Una mujer se acerca para dar las gracias y reconocer la calidad actoral de Elena, de perfil se ve, una ex alumna suya, es “La Bicho” Carla Dogliani. Aún descalza y con una vestido negro sencillo que le cubre el traje color piel, Cerrada despliega su instinto maternal, está muy contenta, porque sus hijos de corazón la vean en escena.

Bochorno, terrible peso de un exceso de sentido deja un mensaje claro: “todas las vidas tienen un valor, nadie sobra”. Y aún cuando se remite a una historia en particular, Bochorno refleja que cada quien es como es por todas esas decisiones que pudo y no pudo tomar. Es un retrato de una vida que no busca encajar, que se acepta a sí misma y se desafía a todo aquello que le dieron razones para no elegir.