En una noche fresca en barrio Parque, se presentó el equipo de la ciudad de Córdoba como anfitrión de 9 de Julio de Morteros y le ganó 1 a 0 definiendo su pase a los cuartos de final de la competición de fútbol.

Una curiosidad fue que en la misma platea había fanáticos de 9 de Julio -en un lateral- y del otro, una hinchada numerosa de Barrio Parque. El árbitró del encuentro, Franco Calderón, nos indicó colocarnos donde no estén los asistentes.

Junto con los colegas, observamos la entrada en calor de los equipos que estaban en una mitad de campo, los visitantes se colocaron por la banda izquierda y los locales calentaban en el lateral contrario de manera pacífica y con un gran ánimo, pues el ambiente significaba un momento de entretenimiento con gran expectación.

Pasados los minutos, los jugadores fueron a cambiarse a los vestuarios para volver a salir para comenzar el cotejo. Primero salió el equipo local, vestido de remera, shorts y medias blancas con vivos verdes. Apenas salieron, su hinchada comenzó a saltar y cantar al ritmo de la letra “De Barrio Parque yo soy… por eso a todos lados voy” y mientras sonaba el cántico, comenzaron a volar fuegos artificiales en el cielo del terreno para agregarle más sonido y color al recibimiento.

El combinado visitante salió después, vestido con su camiseta alternativa de color negro con vivos celestes en el pecho, shorts y medias negras siendo aplaudido por el puñado de seguidores que estaban presentes para acompañar al equipo.

El encuentro comenzó a las 20 horas. 9 de Julio se mostró firme en defensa y más veloz para realizar contraataques y movilizar la pelota. Barrio Parque sabía que estaban siendo superados, así que decidieron aguantar con toda la firmeza posible en la parte de atrás y luego, en la recuperación del balón jugar a un pelotazo a sus delanteros. Fue de esa forma de como se jugaron los primeros 45 minutos, con el visitante imprimiendo mucho ritmo y fuerza, quedándose con las llegadas más claras, los cuales pasaban cerca de los palos. En cambio, las respuestas de Parque no eran tan efectivas, pero inspiraban a dejar el mensaje de que se encontraban en juego, lo que los ayudó a acomodarse mejor en el duelo para irse al descanso igualando a cero en el marcador.

La segunda parte arrancó menos reñida que la primera, se podía notar la tensión al pasar los minutos de los presentes. El desarrollo y ritmo del partido pasó por un bache que pronunciaba la predicción de un cero a cero final. Sin embargo, por algunos fallos arbitrales que puso descontento a un auxiliar de Barrio Parque, el juez central decidió expulsarlo para que se vaya fuera del terreno. Desde allí los ánimos convirtieron el duelo de a poco en una batalla, llevando a la interrupción variada de faltas. Hasta que a los 30 minutos de la segunda mitad, el equipo capitalino atacaba por derecha, el balón se elevó a altura media por el medio y un jugador de la visita la impactó con la mano, dando tiro libre para Parque. En ese momento, había varios encargados, pero Lautaro Ávila, que había ingresado desde el banco de los suplentes, lo había pedido con fervor y se lo cedieron. 

El cronómetro indicaba 32 minutos, Lautaro, apodado peluche, se paró con perfil zurdo a tres metros de la pelota, la barrera que debía superar era de cinco hombres, comenzó su carrera hacía el esférico y lo impactó. El disparo salió haciendo una curva trazada por su imaginación hacia la izquierda de la barrera que saltó inocentemente al creer que sería por arriba, para cerrarse contra el palo derecho del arquero que al haber pretendido un tiro simple, se descolocó con un paso para el otro lado, lo cual no le dio el tiempo para regresar y se quedó arrodillado viendo como ingresaba el balón. Al meter el gol, todos los jugadores salieron junto con Ávila a gritar el gol desaforadamente hacia el córner mientras los hinchas ensordecían el sonido ambiente con su grito, sumándose los jugadores que estaban calentando al costado con los demás. 

El tiempo restante significó sacrificio por parte de los once jugadores de blanco. Sabían que tenían que jugar de manera inteligente, resistir en defensa y manejar los tiempos. Finalmente, el árbitro dio fin al partido y lo que era tensión se convirtió en felicidad. Los jugadores de Parque se abrazaron, corrieron gritando y luego de saludar a sus rivales, se reunieron como un grupo unido, comenzaron a cantar junto con la gente. La gente de Morteros se retiró cabizbaja, sin cometer ningún problema. Algunos cuestionaron al árbitro, pero no hubo mucho reclamo. 

Terminado el evento, todos los familiares y allegados de los futbolistas ingresaron al terreno para compartir el momento de felicidad con ellos. Finalizó así una noche mágica y de ilusión renovada para Barrio Parque que quiere seguir luchando. 

El equipo capitalino venía de ser elegido el representante de la liga local de fútbol amateur ganándole a Camioneros. Posteriormente debía esperar un contrincante que representaría a la liga de Punilla para disputar la segunda ronda, el cual, decidieron bajar la candidatura y se le dio el pase automáticamente a Parque. Próximamente deberá visitar a Matienzo de Monte Buey por los cuartos de final de la copa. Este próximo rival se quitó de encima a un gran equipo como Argentino de Monte Maíz, club que juega en el Federal A (tercera división del fútbol argentino), por lo que será un duelo muy aguerrido.