Barredora sostenida por autoridades de la Universidad y gremiales. Fotografía cortesía por Luna Ayet Echegaray.

Ayer hubo marcha, ayer 17 de septiembre, día del profesor, estudiantes, docentes, no docentes y muchísimas personas más se movilizaron por la ley de financiamiento universitario. Fue un día cálido y húmedo, con la primavera tocando la puerta para entrar, con un sol fuerte y unas nubes que rondaban amenazantes. Pero en las mentes de quienes estaban allí presentes parecía como si no importara, no se largó a llover, pero si pasaba, nadie se iba a ir a sus casas.

Uno podría hablar sobre cómo la UNC participó en momentos históricos del país y Latinoamérica como la Reforma de 1918 o el Cordobazo. Se puede resaltar los orígenes de esta tercera movilización universitaria nacional, el precario salario docente y la nula reacción del poder ejecutivo. Pero todo eso se puede entender viendo simplemente a la marcha, es decir, a través de esta movilización se observan abandonos presupuestarios y hasta represión ideológica y de pensamiento. Por medio de esta multitudinaria marcha, entendemos que hay algo que no está bien.

Nueva generación, nuevos conceptos de movilización

La convocatoria realizada por las autoridades, la FUC, y agrupaciones estudiantiles, citaba a reunirse en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, pasando por el monumento a la reforma y hasta el Pabellón de la UNC. Apenas uno se acercaba a ciudad universitaria ya se comenzaban a escuchar tambores en ritmo y armonía, se observaba a estudiantes aplaudiendo con sus pancartas y banderas, tomando mates o agua fresca. No fue para nada un ambiente tenso, sino más bien de paz, camaradería y compañerismo, era interesante notar agrupaciones que tienen conflictos ideológicos, estando unidas por una misma causa. Para nada similar a conflictos violentos del pueblo contra el estado, como retrata una gigantografía del Cordobazo en el fondo del auditorio de la facultad donde se convocó la marcha.

Al lado de la extensa multitud, en la vereda, tímidamente destacaba una pareja de aproximadamente 90 años abrazados. Parecía que no estaban con nadie, por la manera en que caminaban, a su paso. Pero de alguna manera la sensación en su forma de estar ahí era distinta a la de cualquier otra persona, ellos miraban a la gente con una actitud protectora, como quien cuida a su hijo desde lejos cuando está jugando en la plaza. Se llamaban Carlos y Marta, habían venido por su propia cuenta para estar aunque sea un ratito en la marcha. Ambos eran ingenieros agrónomos recibidos en la Facultad de Ciencias Agrónomas, donde posteriormente ejercieron su rol como docentes desde 1970.


Carlos narraba y comparaba esos años, marcados por violencia, intolerancia y restricciones a la libertad y a la vida con la actualidad. Lo hacía de una manera serena y sutil, de la manera en que un abuelo le cuenta historias a sus nietos,  “Había restricciones a la libertad como ahora, pero el proceso es distinto, el impedir el acceso a la educación es restringir la libertad”. Marta miraba a Carlos con devoción mientras reflexionaba sobre cómo en aquellos años, todas las partes pensaban que mediante la violencia se podían resolver los problemas “hoy hay una conciencia mayor a la discusión y el debate, más pacífico y evitando el camino de la violencia”.


Aún a su edad, la pareja continúa realizando actividades de extensión universitaria junto con el PAMI, Carlos enseña filosofía y Marta portugués argumentando que “la universidad te transforma, aunque hayas sido estudiante, docente, no docente, investigador, o cualquier cosa, siempre vas a ser parte”.

Conocimiento es poder

La marcha se organizó de manera tal que las autoridades universitarias, gremiales y estudiantiles vayan al frente, seguida de sus respectivas agrupaciones, colegios pre universitarios, pasando por agrupaciones, más gremios y partidos políticos. Entre los colegios pre universitarios y las agrupaciones aparecía tenuemente una bandera, sostenida por las manos de dos hombres y que decía CONICET. Entre ellos se encontraba Agustín Anastasia, docente e investigador en el Instituto Ferreyra, enfocado a las enfermedades neuro psiquiátricas y neurodegenerativas.
Anastasia señalaba la importancia de un aumento presupuestal y la importancia de la visibilidad de actividades como las de investigación, sus insumos son caros y pese a contar con presupuestos tan reducidos, continúan formando doctores y acompañando en tesis doctorales. 

Agustín destacó que aún con todos los recortes y desfinanciamiento, logran la competitividad internacional y seguir a la vanguardia en la ciencia. Sin embargo, subrayó que esta situación afecta hasta las actividades más básicas de su investigación: “Trabajo con animales que simulan, mediante modificaciones genéticas las enfermedades o trastornos que puede sufrir la población humana y no puedo mantenerlos más, debo reducir las colonias o eliminarlas, fue un trabajo que costó mucho tiempo”.

Frente a esta problemática, se deja ver cómo científicos formados en la universidad pública, deben migrar para continuar con sus estudios e investigaciones, incluso para terminar su tesis doctoral. Agustín mencionó su experiencia con compañeros que recientemente se fueron a Estados Unidos o Canadá, compañeros que no pudieron continuar manteniendo su trabajo y a su familia al mismo tiempo. 

Estas experiencias casi invisibles, incluso en una marcha que aboga por su financiamiento, ilustran la dimensión de la situación y el pensamiento de la sociedad. La poca visibilidad que tienen quienes día a día estudian y trabajan para mantener a Argentina en la cúspide internacional de la ciencia.

Samba para marchar

¿Puede una movilización de protesta convertirse en una fiesta? No existe ningún manual para responder esa pregunta, pero lo que se vivió ayer fue distinto a otras marchas políticas. Un clima distinto, un aire de protesta, pero festivo.

Por supuesto que hubo cánticos de resistencia, pancartas con imágenes del presidente, de su hermana, su perro y sus ministros, todo dentro de lo esperado en una protesta. Pero lo que más llamaba la atención eran las sonrisas, la batucada acompañada de bailarines, las charlas, las risas compartidas y hasta juegos improvisados entre los manifestantes. Los cánticos no eran la mayoría, era el mismo sentimiento que ocurre cuando salís al recreo, solo que esta vez, todos vamos a la misma clase.

Los tambores resonaron sin parar, y quienes estaban cerca no podían evitar moverse con el ritmo que marcaban, éramos todos compañeros y no había nada que insinuara una escalada de violencia.

Fotografía por Luna Ayet Echegaray

Un lápiz estilo “Dragón chino” creado por miembros de ADIUC. Fotografía gentileza de Luna Ayet Echegaray.

Toca esperar

Al concluir la marcha, la multitud se reunió frente a una plataforma elevada sobre la avenida Yrigoyen. Desde allí, las autoridades universitarias leyeron un documento redactado en conjunto con el resto de universidades en el país. Dicho documento instaba a los legisladores a votar en contra del veto del Presidente Javier Milei.

Un momento que generó escalofríos de la emoción fue cuando se anunció que sonaría el Himno Nacional Argentino, los parlantes comenzaron a fallar y pasaron unos segundos de silencio hasta que quienes estaban presentes comenzaron a cantar a capella. En ese momento, se levantó un viento refrescante, que cortó con el calor y humedad que predominó en la marcha, un viento fuerte que casi arrancaba las banderas de las manos de quienes la sostenían. Todos cantando al unísono fue la muestra de unidad más hermosa de todo el día. 

Una vez dada por terminada la marcha y el discurso, la secretaria general de ADIUC, Leticia Medina, destacó mientras se retiraba la masividad de la convocatoria y el hecho de que el veto aún estuviera en discusión. “Tenemos la convicción de que en un rato vamos a estar celebrando una conquista”, afirmó. Al mismo tiempo, advirtió sobre la nueva lucha si es que se aprueba la ley, la de hacer que se cumpla: “Que no haya ningún intento de judicializarla o manipularla”.
Al mismo tiempo, Constance Keegan, presidenta de la Federación Universitaria de Córdoba resaltó la multitud y la pacificidad de la marcha, señalando que “Representa a la sociedad cordobesa y a los universitarios”.
Posterior al discurso la multitud se comenzó a dispersar, con excepción de algunos que se quedaron en vigilia a la decisión del cuerpo legislativo de la nación. Decisión que fue en negativa hacia el veto, por casi dos tercios de la cámara. Siguen los senadores, es el último paso para demostrar que la lucha no es en vano y que el poder político si escucha. Siguen los senadores, toca esperar.