Dentro de la variedad de puestos, stands y mesitas improvisadas que se ubican en la Feria Agroecológica de la UNC, un proyecto viene tomando cada vez más protagonismo en cada instancia de encuentro: la Olla Cyberciruja. Se trata de un espacio de intercambio gratuito de hardware que desafía la mecanicidad del usar y tirar, para darle una nueva vida a esas piezas en desuso y encontrar también aquellos repuestos aún útiles. Se realizará el sábado 6 de septiembre.

En un mundo donde los dispositivos parecen nacer con fecha de vencimiento (lo que se conoce como “obsolescencia programada”) y donde la lógica del consumo empuja con insistencia hacia la actualización, hay quienes se resisten a aceptar que lo viejo es sinónimo de inútil y proponen la creatividad desde lo colectivo. 

Posnets conectados a juegos de PlayStation 1, joysticks de Nintendo de antaño, monitores de tubo reproduciendo en tiempo real imágenes de videocaseteras con cintas VHS gastadas. Las multitudinarias fiestas del colectivo Cyberciruja tienen proyección federal y proponen un parque de atracciones para los amantes de lo retro. Con células en Buenos Aires, Santa Fe y Rosario, se agrupan y comulgan bajo el propósito expreso que la agrupación señala: “Promover la recuperación, reparación y reutilización de dispositivos tecnológicos en desuso para reducir el impacto ambiental y la brecha digital”.

¿Cuándo y dónde?

Esa rebeldía vuelve a encontrarse en forma de olla popular: no de comida, sino de hardware. Frente al Data Center de la UNC, una mesa larga de repuestos, cables, placas y curiosidades tecnológicas van cambiando de mano como panes compartidos.

De 9 a 13 horas, este sábado 6 se abrirá la mesa comunitaria especialmente pensada para los más chicos, por lo que se podrá llevar y probar juguetes, joysticks, compus, netbooks, consolas y otros dispositivos que puedan reutilizarse. Además, el colectivo LibreBase ofrece la instalación gratuita de Linux en computadoras y la resolución de consultas acerca del software libre. Una elección que cobra sentido desde las propias limitaciones que las máquinas antiguas imponen, tal como uno de sus propios integrantes, Juan Martín Muguerza, explicaba: “Las ventajas de Linux son muchas. En general funciona mucho mejor en máquinas de pocos recursos. Entonces, mucha gente arma sus máquinas cybercirujeándolas”.

Sin duda, se trata de una invitación a desarmar el mandato del descarte y a encontrarse con esa chispa de lo común, de que “lo viejo funciona” y de pensar que aún quedan espacios para seguir apostando a una obsolescencia postergada.