El taller “Discurso, poder y resistencia” estuvo conformado por Cecilia Santo, Martín López, Juan Guzmán, Ana Cilimbini, María Elena Ferreyra, Pablo Ponza, Georgina Remondino y Claudia Grzincich. La propuesta nos invitó a reflexionar sobre lo que hay más allá del discurso o de acciones políticas diversificadas.
Cecilia Santo, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, forma parte del grupo de estudio “Juventudes, masculinidades y afectos”, donde abordan diferentes temáticas. Su investigación sobre los mundos juveniles plantea una estrategia heurística para analizar cómo las complejidades sociales se expresan en las dimensiones relacionales y de poder. Santo remarcó que las juventudes son hoy protagonistas de discursos hegemónicos, y compartió el trabajo de su grupo sobre la participación política juvenil a través del voto en la última década, preguntándose: ¿A quién están votando?, ¿Cómo eligen a sus candidatos?, ¿Qué consumos populares y mediáticos tienen? Según explicó, su vida profesional transcurre en el ámbito de la comunicación política, a través de consultorías, tutorías y gestión pública, donde frecuentemente le consultan cómo llegar a los jóvenes: dónde encontrarlos, cuándo y cómo.
Martín López, también profesor en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales y miembro del mismo grupo de investigación, mencionó que aunque trabajan juntos hace diez años, provienen de trayectorias diferentes. Su línea de estudio se centra en la memoria, la dictadura, los años 70 y el tratamiento violento de lo antagónico, en consonancia con el título del panel. Analiza cómo se construyeron las acciones represivas durante la dictadura no solo desde lo político, sino también desde los discursos y las condiciones que posibilitaron esos procesos. Habló sobre la apropiación del espacio público a través de construcciones simbólicas de la historia como procesos antagónicos. Durante su intervención, se enfocó especialmente en la dictadura militar y los hechos del 24 de marzo de 1976, destacando el rol de la mediatización y el poder discursivo en la construcción cultural de aquella época.
Juan Guzmán, proveniente de la Universidad de Jujuy, trabaja en conjunto con Pablo Ponza en un grupo de investigación dedicado a la historia de las ideas. Estudian las trayectorias intelectuales de las izquierdas republicanas en los años 60 y 70, articulando figuras biográficas e intelectuales que operan detrás de la construcción discursiva del actual gobierno. Guzmán propone una mirada retrospectiva para identificar antecedentes y distinguir lo novedoso de lo residual. Citó un libro de Osiris Villegas, teniente coronel, hijo de periodista y docente de estrategia militar, que evidencia cómo las Fuerzas Armadas construyeron discursivamente su proyecto político desde los medios. A su juicio, este libro sintetiza la construcción ideológica y comunicacional que precedió al golpe de Estado de Onganía.
A continuación, Pablo Ponza, docente de la FCC, retomó el análisis sobre la democracia que nació de la derrota. Habló sobre la estigmatización de lo político, lo público, el Estado y la universidad. Señaló que ni Macri fue “la dictadura” ni Milei es fascista, y que es necesario salir de la “pereza intelectual” para nombrar las cosas correctamente. Introdujo el concepto de “capitalismo de plataformas para sumario”, una mutación comunicacional de alcance global, que implica una nueva percepción del entorno digital y la conciencia, generando una materialidad inédita. Según Ponza, estos nuevos paradigmas tecnológicos y comunicativos implican también una derrota cultural de lo colectivo, el Estado y los derechos.
Por último, se presentó un trabajo de análisis de noticias centrado en la construcción de la otredad en torno a dos temáticas: el uso de hidrantes y los pueblos originarios. A partir de noticias del diario La Nación, analizaron cómo este medio construye la figura del “otro” —en este caso, los mapuches en litigio por tierras— desde una perspectiva antropológica que enfatiza la diferencia (género, clase, etnia). En particular, estudiaron la cobertura de la detención de siete mujeres y dos hombres mapuches —una de ellas embarazada, quien entró en trabajo de parto durante la detención— y denunciaron irregularidades tanto en el accionar policial como en el tratamiento periodístico del caso.
Finalmente, el activismo visual del “Colectivo Marrón” puso en foco las heridas abiertas del racismo en Argentina, denunciando historias silenciadas y proponiendo nuevas formas de narrar y visibilizar lo negado. En un tiempo de disputas por el sentido, el taller dejó claro que resistir no es solo oponerse, sino también construir otros relatos posibles.