El periodista, en el marco de la V Bienal de Periodismo y Comunicación, analizó desde el optimismo de su profesión hasta la superación de los efectos negativos de la tecnología.

Una pantalla muestra la cara de Jorge Fontevecchia en lo que parece ser una inmensa oficina en Buenos Aires. Aquí, desde Córdoba y en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, comienza la entrevista al periodista y dueño de Perfil. 

“Hay vocaciones y hay profesiones. Y hay profesiones que a veces son vocaciones. El periodismo para mí, remite a un aspecto vocacional. En mi caso, mi vida no tendría sentido sin periodismo”, fueron las primeras palabras de Fontevecchia un martes a las 15 mientras el aula 7 todavía se acomodaba en sus asientos y entendía de qué se trataba la dinámica. La conversación que estaba por suceder no iba a abordar, ni cerca, temas banales.

Minutos antes de comenzar la entrevista, se escucha a un lado del aula el papel de lo que sería un caramelo de miel arrugándose. Segundos más tarde, una chica por detrás del aula consulta si alguien tiene caramelo para la garganta. Esto significa dos cosas. La persona que se está por presentar es importante y nadie quiere interrumpir el momento con un ataque de tos.

A Pilar Ferreyra, la entrevistadora, se la ve relajada. Profesional. Cada tanto pispea la convocatoria que tuvo el evento que ella coordina: ¿Qué no es periodismo? Pensar las experiencias periodísticas en tiempos de caos. Entre medio de sus conversaciones para ultimar los detalles finales, recibe un mate cebado por un alumno.

15.10 empezó la prueba de sonido. Se trata, verdaderamente, de alguien legitimado. Las primeras palabras de Fontevecchia no se escucharon porque estaba muteado. Ser fundador, principal accionista,  presidente y CEO del diario Perfil no te exime de esa situación.

-Vivimos tiempos dominados por la cultura de la conectividad en paralelo con el aumento de la violencia gubernamental y la desigualdad social. Hoy, el periodismo parece estar disputando una pelea interminable. ¿Qué relación existe entre los textos y prácticas emergentes y convergentes de esta época y el nombre de su canal de Youtube “Periodismo Puro”?

– Hay vocaciones y hay profesiones. Y hay profesiones que a veces son vocaciones. El periodismo para mí remite a un aspecto vocacional, en mi caso mi vida no tendría sentido sin periodismo. 

La vocación no es un requisito de todo aquel que haga periodismo. Tiene que ver con tener el privilegio de tener una vocación. Hay que honrarla porque no la tiene todo el mundo. La etimología de la palabra vocación viene de la voz, una voz de los dioses que a uno lo llama. Yo siento que tendría que pagar por hacer lo que hago.

Directamente seguido de esto, se le pregunta, a raíz de que uno de los roles del periodismo es revelar lo que el poder quiere ocultar, si cree que el periodismo latinoamericano está alertando a la ciudadanía lo suficiente acerca de las maniobras de manipulación del sentido por parte de las 15 grandes corporaciones tecnológicas del mundo.

Su respuesta fue no. 

-Yo creo que una de las falacias que hay hoy es que la tecnología le dio poder a los individuos eliminando la intermediación. Esto es así porque nos comunicamos directamente con los sujetos noticiosos que nos informan a través de las redes sociales. No necesitamos banco porque tenemos bitcoins, no necesitamos supermercados porque compramos directamente por Mercado Libre. 

Además, agregó que esto crea la ilusión de empoderamiento del individuo porque se emite la mediación. En realidad, expresó Fontevecchia, “lo que se está es aumentando el poder de menos intermediarios, nada más que están ocultos”. 

“En la pregunta se plantean 15 grandes corporaciones pero se puede establecer un puñado menos. Se puede decir que 2 compañías, Google y Facebook controlan el 70% a 80% del total de la publicidad digital del mundo. 2 compañías concentran 1/4 de toda la publicidad mundial y eso tiene una capacidad de control sobre los medios fundamental”, continúa el periodista. 

“No se está al tanto lo suficiente porque pasa siempre que todas nuevas tecnologías avanzan primero sobre lo que no está legislado. Inicialmente es aprovechado por aquello que está en los márgenes, en los bordes. Incluso, se podría decir que es aprovechada, también, para el mal, hasta que aparecen las inversiones. Ejemplo clásico: la energía atómica”, finalizó.

 -Los medios de América Latina, en general, se han desconectado de las agendas del interior de cada país. El periodismo que debe hablar de la realidad de la gente se ha dejado de hacer en nombre del Clickbait.

¿Cuáles son, para usted, las razones que han llevado a la ciudadanía a dejar de sentirse representada por los contenidos de los medios de comunicación?

Fontevecchia aborda la respuesta desde dos ángulos.

-En líneas generales tenemos más o menos la misma distribución de nuestro tiempo que tenían nuestros abuelos, incluso nuestros bisabuelos en el caso de ustedes. Desde 1910 ya rigen las 8 horas laborales. Son 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para la vida personal. Desde ese tiempo se mantiene que el consumo de medios de comunicación es alrededor de 4 horas por día. La diferencia es que hasta hace 25, 30 años esas 4 horas se dividían en un puñado de canales de televisión, un puñado de radios y un puñado de publicaciones en papel. Hoy eso se ha fragmentado a niveles gigantescos porque la oferta se ha multiplicado por diez mil y el tiempo disponible sigue siendo la misma cantidad de horas. 

De hecho,hay una frase del CEO de Netflix que dice que él compite con el sueño de la gente. La tecnología venció el espacio pero no el tiempo. El tiempo es el tiempo.

El segundo tema es la asociación de los medios tradicionales con la dirigencia y la democracia. Los medios, como instituciones, son parte del sistema de poder de cada país (junto a la iglesia, el poder judicial, el legislativo, etc.). Dada la desilusión social general con la dirigencia en los últimos 25 años (ingreso regresivo, dificultad para las nuevas generaciones de superar a sus padres), la desconfianza hacia el periodismo es, en realidad, desconfianza hacia la democracia y la dirigencia en su conjunto, siendo el periodismo uno de los “significantes” de esa clase.

¿Has pensado en soledad o en compañía de pares soluciones futuras para combatir la masividad de noticias falsas en medios y redes colectivas? ¿Cuáles?

-La aceleración es un fenómeno que se está viendo en el que muchas veces, hasta que se encuentra la implementación adecuada, se producen muchos efectos secundarios. Todo remedio es veneno. Toda virtud convertida en exceso hace efecto. El mismo martillo que sirve para esculpir al David, sirve para romperlo. Las herramientas no son buenas o malas en sí mismas. La tecnología es neutral. El uso que se le hace depende del análisis que le haga la ciencias sociales y de las pautas que ésta determine como las que debe implementar la sociedad para reducir los efectos negativos. Pero, nunca se van a eliminar del todo. Esta tecnología me va a permitir hacer cosas maravillosas pero también me va a generar estos problemas secundarios. La sociedad acepta la tecnología en la suma de ventajas respecto de las desventajas.  El mal nunca va a desaparecer. El mal es inherente a la condición humana. 

“Mi optimismo, como periodista, es metafísico porque tengo confianza en la humanidad”: Una mirada profunda de la profesión periodística y la tecnología como recurso

-Usted en la entrevista que hace con Tomás Rebord, en el medio Blender, se señala como optimista frente a la tecnología y la democracia. A partir de esto, me gustaría saber cómo imagina la incorporación de las inteligencias artificiales en el periodismo moderno y su vínculo con las democracias contemporáneas.

Y, una de las principales cuestiones que nos llevamos los estudiantes de comunicación sobre esta enriquecedora charla con Fontevecchia es la postura optimista que todos mantenemos frente a nuestros estudios.

–  La vida es un acto de optimismo. Estudiar una carrera es un acto de optimismo. Ser padres es un acto de optimismo. 

Si estudias periodismo y vas a ser periodista, no podes no ser optimista respecto del futuro de la humanidad en su conjunto. Si elegís esa realidad es porque crees que es posible, no que es un suicidio. 

Yo creo que hay un optimismo inmanente en todos nosotros. Detectamos los problemas y hacerlo es parte de nuestra tarea. Pero hacemos lo que hacemos porque creemos que se puede corregir. Ustedes estudian lo que estudian porque creen que sirve, es una herramienta que sirve. El pensamiento crítico es útil y desde esa actividad se puede contribuir en algo. 

Mi optimismo, como todo optimismo, es metafísico. Porque el futuro es completamente impredecible. Es metafísico porque es una confianza en la humanidad. A pesar de haber tenido momentos oscuros, que muchas veces son necesarios para el mensaje y el progreso. 

Mi optimismo, más que basarse en evidencias técnicas, es metafísico, es decir tengo confianza en la humanidad. Hay que ser optimista porque es útil. 

Si nos vamos hace 50 años, la humanidad estaba a punto de destruirse. El planeta estaba a punto de destruirse. En ese momento, todo era por un efecto de la tecnología, en la que, al parecer, la energía nuclear iba a eliminarnos. La sociedad, en ese contexto, fue encontrando la manera de autorregularse para no suicidarse. No quiere decir que el día de mañana no nos suicidemos como especie, pero tiendo a creer que no. De alguna manera la sociedad se arregla para corregir los daños secundarios generados por la tecnología y aprovechar, finalmente, todo lo bueno que ofrece. 

El encuentro concluye con agradecimientos de la anfitriona, destacando la formación en periodismo de la facultad y sus futuras orientaciones . Fontevecchia cierra con un enfático “¡Viva, viva el periodismo!”, a lo que otra voz hace énfasis y responde: “¡Viva el periodismo!” . Esta despedida resuena como una afirmación de fe en la profesión, a pesar de todos los desafíos y crisis analizadas durante la conversación.