En el actual contexto de crisis económica severa que afecta a todo el país, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) enfrenta serias dificultades para asegurar su financiamiento. Los recursos provenientes de la venta de servicios y los rendimientos financieros de su fondo de reserva acumulado, que podrían haber sido un alivio, son ahora insuficientes para cubrir los gastos de funcionamiento debido a la alta inflación, en medio de una desaceleración económica que ha debilitado la capacidad de generar nuevos ingresos.
La UNC, al igual que muchas otras instituciones de educación superior, lucha por mantener sus estándares de calidad, acceso y permanencia para los estudiantes en un escenario de incertidumbre presupuestaria. La falta de actualización del presupuesto agrava la situación, generando un estado de alerta urgente dentro de la comunidad universitaria. Además, los altos niveles de inflación complican aún más el panorama financiero. Aunque el gobierno nacional incrementó los gastos de funcionamiento de las universidades en un 70 %, este aumento se queda corto frente a una inflación que ronda el 270 %, lo que pone en duda la sostenibilidad a largo plazo de las operaciones de la universidad.
Ante esta situación, la UNC ha tenido que reorganizar sus partidas presupuestarias para garantizar la continuidad de sus actividades. Se ha priorizado la enseñanza, la inclusión, la extensión y la investigación, además de implementar medidas de seguridad en Ciudad Universitaria. Sin embargo, estas decisiones no han sido suficientes para cubrir todos los gastos. De hecho, sólo en el mes de febrero la universidad tuvo que desembolsar 200 millones de pesos para cubrir el consumo energético, cifra que ha aumentado debido a los recortes en subsidios.
En un intento por aliviar el impacto de la crisis, se han recortado gastos y suspendido obras, mientras que otros proyectos han sido postergados. La universidad también ha tenido que recurrir a sus fondos de contingencia para cubrir gastos operativos y de mantenimiento, que continúan en aumento. Además, el recorte de fondos ha afectado la capacidad de la UNC para sostener la calidad educativa; las clases del segundo semestre aún no han podido regresar a la normalidad debido al conflicto salarial con los docentes, lo que genera preocupaciones entre estudiantes y profesores sobre el futuro de la institución.
La situación actual de la UNC evidencia un estado de urgencia por encontrar soluciones viables que permitan sostener su funcionamiento y asegurar la continuidad educativa. Con un futuro financiero incierto, la universidad se enfrenta a la necesidad de equilibrar la eficiencia en el gasto con el desafío de mantener un nivel de calidad académica que ha caracterizado a la institución a lo largo de los años.