En el mes de octubre, una serie de incendios forestales invadieron la fauna de las sierras. Según informa en su sitio web los Bomberos Voluntarios de la República Argentina, las localidades de San Clemente, Estancia La Argentina, Icho Cruz, Tanti y Carlos Paz se vieron gravemente afectadas por las llamas que consumieron no solo vastas extensiones de bosques, sino también la valiosa fauna que habita en estas zonas.
La Coordinación Única de Operaciones de la misma fuente anterior, confirmó que 300 bomberos voluntarios de la Federación de Córdoba y de la Agrupación Serrana todavía se ocupan de establecer guardia de cenizas y contener los focos que siguen activos. Esto refleja los esfuerzos dedicados a enfrentar y controlar los incendios.
Ximena Cañete, bombera voluntaria de la Asociación Malvinas Argentinas del Cuartel 143 relató su experiencia: “Cada vez que llegamos al lugar de los hechos la desesperación de la gente pidiendo ayuda en esos momentos es muy fuerte. Es ahí cuando los bomberos voluntarios en algunos casos no damos abasto. Nos quedamos sin agua rápidamente porque no hay muchos hidrantes disponibles cerca”. Continuó, “la verdad es muy triste que las personas deban dejar sus casas, todos sus recuerdos y cosas materiales, es una catástrofe. Algunas veces me tocó ver cosas escalofriantes como animales muertos que no pudieron salir de su corral”.
A los bomberos les toca enfrentar muchas partes difíciles en su trabajo. Aunque no se les pague es posible apreciar las manos solidarias. Los bomberos dan todo por salvar vidas, animales, la naturaleza y las viviendas que son ajenas y enfrentan esas situaciones. Dejan su vida personal para poder asistir en los incendios.
La bombero Cañete advirtió cómo prevenir incendios: uno, no realizar quemas entre agosto y noviembre; dos, no prender fuegos en lugares prohibidos, y tres, no quemar basura.
Es esencial abordar los desafíos ambientales y climáticos de manera justa y sostenible, garantizando la participación y el respeto de las comunidades. Esto implica tomar medidas concretas para reducir las emisiones y promover prácticas agrícolas sostenibles que protejan los ecosistemas y los medios de vida de las personas.
Proteger a la Tierra, sus árboles, sus animales y al pueblo ha quedado en el olvido. Ya no se habla de proteger sólo se escucha “un día todo se nos va a venir abajo”. Todo el esfuerzo, la dedicación y todo por lo que se lucha será arrebatado por el fuego de las manos. No va a quedar nada que obtener y donde ya no queda nada sólo cenizas, quedan esperanzas para volver a reconstruir y transformar el mundo en un lugar mejor o “eso es lo que se dice”. Transformar al mundo dañado porque ya no queda nada y con lo poco contribuir para seguir creciendo como buen ciudadano y dejar a futuras generaciones una buena imagen de nuestro entorno. Esta es una responsabilidad que une a todos.