ddhhffyhDe izquierda a derecha: Silvia Cruz, Flavia Dezzutto, Pablo Blank, Carol Solis e Ivanna Aguilera. Crédito: Camilo Ratti.

El 25 de septiembre se llevó a cabo el panel 40 años de democracia: compromisos, movimientos y disputas en la Facultad de Filosofía y Humanidades (FFyH) de la UNC. La conferencia se enmarca en las III Jornadas sobre Derechos Humanos organizadas por el Programa de Derechos Humanos de aquella casa de estudios. Allí disertaron: la historiadora Carol Solis; Pablo Blank, integrante del Movimiento Campesino de Córdoba; Ivanna Aguilera, activista Travesti-Trans; y Silvia Cruz, parte de la asamblea Vecinas Unidas en Defensa de un Ambiente Sano (VUDAS).

Victoria Anahí Chabrando, directora del Programa de Derechos Humanos de la FFyH, expuso que el panel tiene por objeto “poner en cuestión y en tensión las nociones sobre democracia, entendiendo que no hay nada dado ni consolidado”. Agregó que: “De hecho, en estos días estamos viendo cómo, dependiendo de sectores o intereses, se pone en cuestión la noción de democracia”. Y completó: “También queríamos destacar las alianzas que se tejen entre instituciones y organizaciones sociales, la perspectiva de derechos humanos, el respeto por los derechos conquistados y dialogar sobre los conflictos que surgen al calor de este tiempo”.

Quien abrió el panel fue la decana de la FFyH, Flavia Dezzutto. Lo hizo recordando los 50 años del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende en Chile, y valorando la militancia gestada desde los sectores marginados de la sociedad chilena.

“En estos 40 años de democracia, incluso esa democracia defectuosa y compleja que a veces parece meramente procedimental, aun ese lugarcito precario, pero igualmente necesario, está siendo fuertemente cuestionado. Ese cuestionamiento no es nuevo. En algún momento emergió sin ningún tipo de límite. O ese límite se fue corriendo, y no hay que naturalizarlo”, analizó Dezzutto.

“En este momento, hay que recordar dos cosas: la primera, es que ni los muertos están a salvo, y que cualquier lucha y saber sobre los derechos humanos exige saber las implicancias que tienen hoy. La segunda cuestión, es que hay que seguir politizando y profundizando la politización de las causas de derechos humanos, porque eso es una raíz fundamental de la acción política que resiste a la derecha fascista y al positivismo bestial”, manifestó.

Seguidamente, Carol Solis, historiadora y docente de la UNC, optó por relatar su experiencia de participación en la militancia estudiantil de los noventa: “En pleno menemismo, no creíamos en la democracia para nada. Teníamos en claro que era una democracia muy menguada, por eso no la defendíamos. Era sumamente regresiva y con un profundo componente de exclusión social, a pesar de que sabíamos que no era una dictadura. Al mismo tiempo, no confiábamos en los partidos políticos porque entendíamos que jugaban a la lógica de mantener la condición de privilegio que tenían. Lo que estábamos transitando era una enorme distancia entre gobernados y gobernantes, que cada vez se hacía más amplia, y no encontrábamos en el sistema político ninguna posibilidad de procesar las múltiples demandas que había en la sociedad”. 

De acuerdo a Solis entre los argentinos la estima, asociada a la democracia, es baja. Opina que es probable que una de las razones sea que la democracia se encuentre “en falta” respecto de la ciudadanía. Sin embargo, también analiza que “la democracia puede ser más” ya que en en el marco de este sistema “cualquier comunidad pueda exigir razones sobre el orden de las cosas”. La historiadora argumentó que el contexto democrático posibilitó e hizo audible los reclamos de las personas que más requieren y merecen un cambio.

En un recuento de los avances en política de derechos humanos, Solis sintetizó: “En los últimos 40 años ha habido al menos tres dinámicas: una tiene que ver con la distribución de bienes materiales o simbólicos (por ejemplo, la Ley de Divorcio o la Interrupción Voluntaria del Embarazo). Otra lógica, según la historiadora, tiene que ver con el reconocimiento y está asociada a las disputas que tienen que ver con la identidad (como la Ley de Identidad de Género, Matrimonio Igualitario y la Inclusión Laboral Trans). “La tercera cuestión es la exigibilidad, donde tenemos más desafíos, que es la generación y el sostenimiento de políticas que se conviertan en derechos efectivos para la ciudadanía”, describió Solis.

Concluyó que “el principal desafío de la democracia argentina es igualar”. En esta línea, señaló el carácter “altamente regresivo” de la democracia”, que, según observa, se equipara al de otros momentos de nuestra historia. Y añadió que “varios de los proyectos políticos que se presentan a competir quieren desigualar mucho más todavía”.

Además, interpeló al sector académico diciendo que “un desafío enorme para la comunidad universitaria es abandonar la comodidad”. Analizó que en el ámbito universitario “hay una generalización de las formas de producción y legitimación de sesgo reproductivista y extractivista”. En este orden, dijo: “Es importante que podamos tomar nota de quiénes no se suman a estos debates”.

Continuó con la disertación Pablo Blank, integrante del Movimiento Campesino de Córdoba, quien diagnosticó: “En la militancia popular, política, estudiantil, barrial y campesina estamos en un momento de confusión activa porque estamos haciendo muchas cosas, pero seguimos viendo un sistema político dual, donde lo que pasa a nivel nacional no se corresponde con lo que pasa al nivel de las organizaciones”. Un ejemplo de esto, según Blank, sería que las fuerzas políticas que ganan elecciones a nivel provincial, no llegan con la misma fuerza a las elecciones nacionales.

En cuanto al panorama político actual, Blank indicó que “antes de 2015 no existía una fuerza liberal que se presentase a elecciones y que pudiera ganar”. No obstante, observó que “hay alguien que puede ir más allá de lo que planteó en su momento Cambiemos, y que inclusive toma la disrupción como una herramienta. Nos la sacó a nosotros”. Así, expresó que “un desafío muy grande es preguntarse hasta qué punto estamos siendo disruptivos con lo que hacemos”.

En el mismo sentido, proyectó: “La etapa de la que venimos, donde el kirchnerismo fue el núcleo de una conciencia colectiva vinculada a los derechos, está terminando. Quizás tengamos que preguntarnos hasta qué punto esa etapa de llegar y transformar desde el Estado está empezando a agotarse”. 

Sin embargo, opinó que “los movimientos sociales y populares de Argentina nacen de la lógica del encuentro y la construcción de espacios colectivos para resolución de los problemas”. Blank definió que, para el movimiento campesino, “la democracia estaba en poner el cuerpo en la resolución de problemas del día a día. Eso nos ubicó fuera del Estado, que era quien nos perseguía, quien ponía límites y quien oprimía”. 

Además, Blank relató el desarrollo del movimiento campesino en Córdoba: “En los noventa y en la primera década del sigo XXI, la demanda tenía que ver con que se reconociera la existencia del campesinado como actor productivo. Después de esto, se lograron una ley de agricultura familiar campesino-indígena, avances a nivel productivo, y la posibilidad de mantener una base de territorio desde el cual frenar el avance del desmonte”. 

No obstante, remarcó que “sigue habiendo cuestiones estructurales”, puesto que “el problema del territorio campesino sigue estando invisibilizado, inclusive dentro del marco progresista”. Sobre esto, amplió: “La respuesta del Estado sigue estando en programas muy fragmentados, muy puntuales, y falta reconocimiento de lo estructural y de lo integral”. Y concluyó: “Creo que el debate profundo del sistema capitalista es uno de los desafíos de la democracia”.

Posteriormente, el evento cedió la palabra a Ivanna Aguilera, activista y coordinadora del Área Trans, Travesti y No Binarie de la FFyH. Se presentó como perteneciente a un colectivo “acéfalo de derechos”, y mencionó su experiencia de detención durante la última dictadura cívico eclesiástico militar.

Contó que, cuando llegó la democracia, esperaba que esta garantizase las condiciones para que su colectivo pueda reclamar su “derecho a tener derechos”. Pero dijo que, a pesar del cambio de sistema, el Estado no los protegió. “Seguimos sufriendo persecución, violencia institucional, cárcel, torturas y muerte. Esos crímenes no los entendíamos. En teoría, los derechos abarcaban a todos, pero nuestra población no podía acceder a, por ejemplo, salir a comprar el pan”, expuso.

En esta línea, rememoró que durante los ochenta y los noventa la represión fue muy dura. Además, dijo que, si bien, durante la primera década del siglo XXI, pudieron acceder a leyes relacionadas con identidades, el matrimonio igualitario, la identidad de género y el cupo laboral trans y travesti, “esas conquistas todavía no han sido traducidas en derechos”.

“La no inclusión por parte de la ciudadanía es lo que provoca que haya una población que, al día de hoy, tenga una expectativa de vida de 40 años”, remató, aludiendo al promedio de vida de la población trans en Argentina. Y enfatizó: “A pesar de todas las conquistas, de los 40 años de democracia, todavía no tenemos acceso a la educación, a la vivienda, al trabajo, ni el acompañamiento para poder acceder a todo eso.

“Las conquistas funcionan para el Estado como una pantalla. Lo que verdaderamente queremos es que nos acompañen”, cuestionó y finalizó: “Desde nuestra población estamos sumamente felices de todos estos avances. Pero, al mismo tiempo, vemos que estamos continuamente en una cinta de caminar, y que no podemos transitar por el mismo camino por el que van todes”.

Hacia el final de la conferencia, Silvia Cruz, integrante de la asamblea Vecinas Unidas en Defensa de un Ambiente Sano (VUDAS), dijo que, para ella, la democracia implica construir derechos todos los días desde el territorio que habita. Su lucha diaria consiste en denunciar a la empresa Porta Hermanos, alcoholera que, según su organización, ha sido responsable de muertes y daños en el territorio y en los cuerpos de varios habitantes del barrio San Antonio, ubicado en la zona sur de la Ciudad de Córdoba.

En este sentido, afirmó que las leyes no garantizan todos los derechos, y que algunos de los (derechos) que sí existen, no se aplican por miedo: “Hay mucha gente que tiene miedo de perder el puesto y la comodidad del lugar adonde están”, aseguró. También mencionó que han llevado su caso a la Corte Suprema y que, como organización, están siendo invitadas a participar en congresos internacionales sobre derechos humanos y empresas. Finalmente, llamó a elegir bien a quienes serán nuestros dirigentes en las próximas elecciones, opinando que los mejores serán aquellos con una visión de comunidad.