Por Jazmín Farías, Iván Martino y Valentina Robert

El miércoles 20 de septiembre, en la Plaza Seca del Edificio Ciencias I, estudiantes del Taller de promotoras y promotores de salud y comunicación pública de la ciencia de la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de la UNC llevaron a cabo un café científico sobre cambio climático, a cargo de investigadores y docentes de la FCQ. 

En esta ocasión, disertaron Anahí Bianco (licenciada en Gestión Ambiental, licenciada en Higiene y Seguridad y becaria doctoral del Instituto Gulich), Georgina Fabro (docente e investigadora Centro de Investigaciones de Química Biológica de Córdoba), Ignacio Lescano (docente e investigador del INTA-CONICET) y Lucio Simonella (doctor en Geología, investigador de la FCQ y fundador de la start up NovoSens).

¿Cambio climático o calentamiento global?

Anabel, una de las organizadoras del evento, explicó que el término exacto sobre el cual debatirán los ponentes no es cambio climático, “ya que le quita importancia a la causa humana, al incluir causas naturales de variabilidad en la temperatura mundial”. En este sentido, hablar de calentamiento global resultaría más adecuado. “Aún así, calentamiento global también se nos queda atrás”, dijo, y aludió a la frase de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, en la cual anunciaba la llegada de la “era de la ebullición global”, luego de conocerse que julio de 2023 fue el mes más caluroso jamás registrado en la Tierra.

Un problema, múltiples objetos

Durante la exposición, cada ponente hizo un recorrido por su carrera profesional. Además, cada uno expuso cómo sus trayectorias y objetos de estudio los llevaron a relacionarse con la lucha contra el calentamiento global. 

Lucio Simonella comenzó su exposición partiendo de la pregunta sobre si la acción individual puede generar cambios. Para llegar a su punto, puso como ejemplo al IPCC o Grupo Intergubernamental sobre Expertos en Cambio Climático, panel de las Naciones Unidas fundado en 1988 con el objeto de aportar datos científicos a la discusión sobre el impacto y riesgos del cambio climático. En este sentido, resaltó que, si bien la acción individual es importante, la acción colectiva es la condición necesaria del cambio. Así, planteó cuatro tipos de acciones colectivas que pueden promover un cambio favorable: emprender, investigar, divulgar y cooperar.

En esta línea, incentivó a los estudiantes a “salir de la universidad” en pos de llevar a cabo acciones para mitigar los efectos negativos del calentamiento global. Como impulsores colectivos del cambio a nivel local, puso como ejemplo al emprendimiento NovoSens que desarrolla biosensores para la medición de compuestos agroindustriales, Proyecto Tacuarita, iniciativa de restauración urbana con flora nativa, y RIANTE, empresa dedicada a la producción de fertilizante en base a residuos de la producción porcina.

Anahí Bianco mostró su trabajo sobre el análisis de la calidad del aire a través de imágenes satelitales y su desarrollo de un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero en Villa Carlos Paz. Además, contó su propuesta de un plan de movilidad urbana sustentable para la misma ciudad, basado en la promoción del transporte no motorizado, la disuasión del uso de transporte motorizado, la promoción de la utilización masiva del transporte público y otras medidas adicionales. Finalmente, presentó los resultados de un trabajo reciente como becaria de CONICET. Se trata de un inventario de emisiones biogénicas de compuestos orgánicos volátiles, es decir, emisiones de gases resultantes de procesos naturales y actividades humanas, como la agricultura y la ganadería.

Por su parte, Lescano, del INTA-CONICET, habló sobre las interacciones entre plantas y microorganismos en contextos de estrés climático. Este término alude a los efectos del calentamiento global en seres vivos que no han evolucionado para resistir las altas temperaturas. Una de las problemáticas que afectan a las plantas es la salinidad inusual del suelo, que puede ser de origen natural, producto de sequías e inundaciones, o resultado de la erosión del suelo a causa de la deforestación y las malas prácticas de la agricultura. Una de sus conclusiones es que los aumentos de temperatura debilitan el sistema inmune de las plantas, dejándolas más vulnerables a distintos patógenos.

Por último, Georgina Fabro, del Centro de Investigaciones de Química Biológica, habló de su experiencia como investigadora del CONICET y el BBSRC (Consejo de investigación en biología y biotecnología del Estado inglés). Por otro lado, contó sobre su proyecto de extensión educativa en Tala Cañada, localidad cordobesa en la que creció. El proyecto consiste en enseñar a alumnos del hogar-escuela del pueblo a cuidar la flora y a desarrollar huertas orgánicas. A raíz de esto, recordó el incendio que devastó la localidad en noviembre de 2022, y valoró cómo los conocimientos brindados a los jóvenes están siendo aplicados en la reforestación del bosque nativo.

De lo individual a lo colectivo

Luego de la disertación, los alumnos organizadores plantearon la pregunta: “¿Cómo los estudiantes pueden contribuir con el cambio climático?”. “La fórmula perfecta es tener iniciativas, sumar ideas, organizar charlas. Son pequeñas cosas que sirven y que colectivamente mejoran”, respondió Simonella. Asimismo, todos acordaron en que desde la facultad se brindan herramientas que ayudan a promover un cambio.

Bianco se refirió al alcance universal de la problemática: “El calentamiento global nos compromete a todos y lleva a muchas reflexiones individuales”, indicó. Por su lado, Simonella afirmó que “hay un montón de caminos”, y que “hay que organizarse por cual ir”. Como primera medida, propuso “buscar alternativas de concientización desde la cercanía de uno” y, a partir de esto, “generar alternativas que vayan desde la facultad al municipio, a la provincia y de ahí a la nación”.